Desde 1978, Rubén García ha dedicado sus energías a una misma tarea: ayudar a quienes tocan la puerta de la red de albergues católicos Annunciation House, en El Paso, sin importar de dónde vengan o la historia que arrastren.
Esa labor se ha hecho cada vez más complicada, por la persecución judicial por parte del estado de Texas, que busca clausurar los refugios, los considera una “organización criminal”.
García está listo para seguir la pelea en los tribunales, presiente que la demanda contra su organización es solo el comienzo. “Si no encontramos la manera de parar al procurador, va a continuar con el siguiente”, dijo.
Otros líderes comunitarios y activistas que apoyan a los migrantes concuerdan con él y describen un ambiente de temor, que obliga a algunos a cambiar la manera de operar en su día a día.
Desde la puerta de uno de los albergues que administra Annunciation House, se escucha un hombre cantar. García, un hombre alto, de pelo blanco, sonríe y señala con la mirada hacia el interior de la casa. “Es de México, llegó hace unos días”.
A principios de año, dos hombres de la oficina del procurador del Texas, Ken Paxton, se presentaron en el refugio, pedían acceso al edificio, como a los documentos de la organización. García se negó a dejarlos entrar y se desencadenó una batalla judicial.
Acusan a la organización de “conducta criminal sistemática” al “facilitar cruces fronterizos” y esconder a “migrantes ilegales”. La audiencia es el 17 de junio. Annunciation House recibe a todo tipo de migrantes.
“A mí me gusta bromear y decir, cuándo Jesucristo multiplicó los peces, no les dijo a los apóstoles: ‘chequéales los documentos a las personas antes de darles de comer’”, dice. El Paso (EFE)