Por Jorge RAMOS
Muchas veces se olvidan de nosotros. Pero cada cuatro años los candidatos presidenciales en Estados Unidos salen de su amnesia para buscar el voto latino. Saben perfectamente que sin los hispanos nadie puede ganar la Casa Blanca.
Un poco en broma, le he llamado a este fenómeno político el síndrome de Cristóbal Colón; cada cuatro años nos redescubren a los hispanos, y luego se vuelven a olvidar de nosotros por los siguientes tres. Y por más que digan los partidos políticos que eso no es cierto, la realidad es mucho más terca.
Un ejemplo: los debates presidenciales.
Las campañas de Joe Biden y Donald Trump acaban de anunciar la realización de dos debates presidenciales.[i] Uno el 27 de junio con la cadena CNN y el segundo con ABC el 10 de septiembre. El acuerdo preliminar es que ambos candidatos estarán en un estudio de televisión con el moderador, sin audiencia y que habrá un sistema para apagar el micrófono si un candidato se pasa del tiempo de respuesta estipulado.
Este acuerdo entre los equipos de ambas campañas dejó a un lado la propuesta de la Comisión de Debates Presidenciales de realizar tres encuentros, que en el pasado se han realizado con público, en fechas más cercanas a la elección del 5 de noviembre. Y también sugiere que, si ambas campañas quisieran, podrían realizar un tercer debate presidencial con los medios de comunicación en español. Pero no quieren.
El argumento para realizar un debate en español es sencillo. En Estados Unidos somos muchos más que los 62 millones de hispanos que contó la Oficina del Censo en el 2020.[ii] Ese fue un aumento de 11.6 millones respecto al censo del 2010. Y seguimos creciendo.
A nivel electoral, por primera vez en la historia habrá 36 millones de latinos elegibles para votar. Y aunque no todos lo hagan, es imposible ganar una elección a nivel nacional sin el apoyo significativo de los votantes hispanos.
Los partidos podrían argumentar que no se necesita un debate para los medios de comunicación en español. Que las principales preocupaciones de los latinos, lo dicen las encuestas[iii], son muy similares a las del resto de la población: educación, trabajos y economía, salud. Migración suele estar detrás de estos temas. Pero hay cosas muy nuestras.
Más de la mitad de los latinos (54%) dice haber sufrido algún tipo de discriminación en Estados Unidos, según un estudio del Centro Pew, y 62 por ciento asegura que su color de piel es un impedimento para mejorar en el país.[iv]
Además, somos cada vez más diversos. En Estados Unidos ocho grupos de latinos sobrepasaron el millón de habitantes[v] -mexicanos, puertorriqueños, salvadoreños, cubanos, dominicanos, guatemaltecos, colombianos y hondureños- y en una década los venezolanos crecieron 181 por ciento.
Y políticamente somos menos predecibles. Había una época en que el partido Demócrata asumía que iba a ganar mayoritariamente el voto latino y lo ganaba. Ya no. La última encuesta del Centro Pew, publicada en marzo[vi], le da a Biden (37%) una ligerísima ventaja sobre Trump (34%). Lo preocupante para los Demócratas es que la tendencia de Biden es a la baja y la de Trump a la alta.
La conclusión es que si quieren el voto latino se lo tienen que ganar.
Recuerdo que en su primera campaña presidencial en el 2000, el entonces gobernador Republicano de Texas, George W. Bush, se puso a aprender español y, a pesar de sus múltiples errores, logró realizar varias entrevistas en un idioma distinto al suyo para conectar con los votantes. Bush tenía una extraordinaria asesora llamada Sonia Colín, quien le enseñó español y que lo ayudó a conocer mejor a la comunidad latina. Funcionó. En su reelección en el 2004 Bush obtuvo el 44 por ciento del voto hispano.
Los latinos pronto aprendimos que decir solo unas palabritas en español no era suficiente. Barack Obama solía repetir la frase de Dolores Huerta y César Chávez “sí se puede” en su campaña presidencial del 2008. Pero fue mucho más allá al prometer que presentaría una propuesta migratoria durante su primer año como presidente. Obama no cumplió.
Y estamos en una época en que no basta que los candidatos hablen un poquito de español o que hagan promesas. Eso no sirvió. Ahora queremos hechos.
Hace poco el presidente Biden le dijo a un grupo de votantes latinos en Arizona que “los necesito mucho”.[vii] Y tiene razón. Trump también los necesita. Los dos saben perfectamente que no pueden llegar a la Casa Blanca sin el voto latino. Por eso, si de verdad nos quieren, lo primero que tienen que hacer es hablarnos directamente.
¿Por qué algo tan sencillo les parece tan difícil?