Opinión: El voto de los mexicanos en el exterior; no nos la hagan tan difícil

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Por Jorge RAMOS 

Somos tantos que, en una elección muy cerrada, los mexicanos en el exterior podríamos decidir quién sería el próximo presidente o presidenta del país.

Pero ese escenario es poco probable. Durante décadas nos han complicado tanto el proceso para registrarnos y para votar, que apenas algunos miles lo hacemos en cada elección, con una influencia muy diluida.

​Así, el voto de los mexicanos en el extranjero siempre ha terminado siendo algo simbólico. Casi anecdótico. Con números tan bajos, el impacto es mínimo. Y este año nada va a cambiar.

​La denuncia es que más de 39 mil mexicanos en el exterior, registrados para votar, fueron excluidos de la lista nominal del electorado en el extranjero. Esto generó una ola de críticas en las redes sociales. Y con razón. Mexicanos que creían que su solicitud para votar ya había sido aprobada, tienen que buscar una solución antes del cinco de mayo. Las cosas se complican porque la reevaluación de su registro para votar solo se puede hacer por teléfono o por correo electrónico. Es decir, son horas de trámites y de espera. Y de frustración.

​¿Qué fue lo que pasó? El Instituto Nacional Electoral (INE) “está garantizando la confiabilidad de la lista nominal de electores”, me explicó en una entrevista Arturo Castillo, consejero del INE. “Estamos absolutamente conscientes que les generamos una sorpresa, una incomodidad y un enojo importante, pero aquí lo que estamos protegiendo es su voto”. Los problemas mayoritariamente tienen que ver con firmas que no coinciden, poco legibles o falsificadas, así como con documentos que no comprueban la identidad o el domicilio. Pero la desilusión es grande.

​Cuando vives fuera de México haces muchos esfuerzos para estar en contacto con tu país de origen y votar es una manera de seguir conectado, ayudar e influir en lo posible. Y por eso, cuando el proceso burocrático te impide participar, les refuerza a muchos las razones por las que se fueron de México.

​En este tema todos coincidimos.

​No recuerdo muchos asuntos en que el presidente Andrés Manuel López Obrador esté de acuerdo con las dos candidatas y el candidato a la presidencia. Pero en este sí. AMLO reconoció que hay muchos “obstáculos para los migrantes” y que “por eso votan muy pocos”. Claudia Sheinbaum de Morena dijo que “es demasiado tortuoso el proceso”. Xóchitl Gálvez de la coalición opositora agregó que “fue difícil inscribirse” y que ahora se pasa el INE al “negarles el registro”. Y Jorge Álvarez Máynez de Movimiento Ciudadano denunció que no se vale “que sigamos regateando los derechos de los mexicanos en el exterior”. (Sería sensacional que los cuatro también se pusieran de acuerdo en la manera de reducir la violencia en México, entre muchos otros temas.)

​La verdad es que nuestro voto desde lejos cuenta poco. Les hago las cuentas.

​Somos más de 11 millones de mexicanos, nacidos en México, que vivimos en el exterior (sobre todo en Estados Unidos), según el INEGI. A eso hay que sumarle más de 25 millones de mexicanos, nacidos en el extranjero, de primera o segunda generación. Pero, de acuerdo con el INE, solo 220 mil se validaron para votar en las elecciones presidenciales de este 2024. Y a esa cifra hay que restarle los 39 mil mexicanos que, hasta ahora, están excluidos de la lista.

Soy de los afortunados que se pudieron registrar para votar y que todo salió bien. La realidad es que, para una población tan grande, votamos muy poquitos. Por eso las quejas cuando a esos poquitos les ponen nuevas trabas para votar.

Los mexicanos en Estados Unidos seguimos las elecciones en México a través de Univision, Telemundo, CNN, cientos de medios de comunicación en español y, cada vez más, las redes sociales. Los nombres de Claudia, Xóchitl y Máynez son, para muchos mexicanos, tan conocidos como los de Trump y Biden. Y aunque estamos lejos, los celulares, los aviones y las tabletas digitales nos conectan todo el tiempo. Estamos cargados de nostalgia. Todos, de distintas maneras, pensamos en el regreso. Nadie se quiere ir de su país; te conviertes en inmigrante porque (para ti) no había otra opción.

Pero millones de mexicanos no pueden regresar a México porque están indocumentados y la cruzada ya no es tan de ida y vuelta como antes. Y volver, volver, volver es un imposible. Así que haces lo que se puede: llamas los domingos, votas desde lejos y envías tu dinerito.

El año pasado los mexicanos enviamos más de 63 mil millones de dólares en remesas. Un récord. En todos los pueblos y ciudades de México se ve cuáles son las familias que están recibiendo esa ayuda. La frontera nunca ha separado a las verdaderas familias. Pero así como enviamos nuestro dinero y nuestro cariño, también queremos enviar nuestro voto.

Por favor, no nos la hagan tan difícil.

 

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