Por Roberto PELÁEZ
El guatemalteco Julián Franco aún no se lo cree. Contempla la portada. Le reconforta saber que dentro de pocos días se llevará a efecto la presentación de su primer libro: ‘Mis poemas del recuerdo’.
De la mano de la editorial Imagilab, enclavada en el valle, cobra vida un sueño que Franco acaricia por mucho tiempo... ver publicado su libro.
“Tengo 85 años, dice sonriente, pero pronto veré mi poemario en manos de numerosas personas, la presentación será en Kaleidoscope Gallery, y eso me llena de ilusión”.
La amante esposa interviene en la plática: “Le digo una y otra vez que todo llega en el momento indicado, Julián se estresó mucho por la edición del libro, y ya usted ve, ahora no se lo cree, no se imagina cómo será la presentación.
Conversar con este escritor es -literalmente- montarse en la máquina del tiempo “me veo a los 14 años encaramado en los árboles, fui chiclero por un buen tiempo, estuve vinculado a la industria del chicle, heríamos los árboles para extraer la resina, es un trabajo duro que tiene siglos, explica, también laboro en una petrolera”.
La referida presentación está prevista para la última semana de febrero, aunque aún puede experimentar algún cambio “será un momento muy bonito, la gente le expresará a Julián el cariño que se ha ganado en la comunidad”, destaca Pily Coblentz.
“De Guatemala tuve la posibilidad de viajar a Los Ángeles -añade Franco-, allí realicé diversas labores, además tomé lecciones de inglés, de la historia de Estados Unidos y de cómo funciona su gobierno.
“Conocí el desarrollo del ferrocarril en este país, el trabajo de tantas personas, cómo avanzaban por tramos, es algo digno de contarse, de conocer y transmitir a las nuevas generaciones”, apunta el entrevistado.
“Estoy agradecido de mucha gente que en determinados momentos me han tendido su mano, esto mismo de los libros, la presentación, el aliento de Pily, de mi esposa, de Alex y Malena Vivas... no sé cómo agradecerles; tuve un profesor que dominaba siete idiomas, y tan humilde”, expresa.
Explica que desde hace 23 años reside en Las Vegas, “trabajé en hoteles, es lo que hace mucha gente al llegar aquí, en el Convention Center, desde entonces soñaba con mi libro, y ahora, bueno, todavía no me lo creo, es tan bonito”, apunta, y lo aprieta contra su pecho.