Por Jorge Ramos
¿Hasta cuándo un presidente debe tomar responsabilidad de lo que pasa en el país? ¿El primer día de su gobierno o el primer año? ¿A los dos años?
No hay una regla para esto. Pero decir, como el presidente Andrés Manuel López Obrador, que la culpa de lo que pasa en México no es suya en el quinto año de gobierno, y acusar de los principales problemas de la nación a los gobiernos que lo precedieron, no tiene mucho sentido. Es una débil excusa. Después de todo, para eso se escoge a un nuevo presidente: para resolver los problemas del pasado.
La verdad es que López Obrador no ha podido con el problema de la violencia en México. Lo reconoció hace solo unos días, cuando dijo: “Ahora nos dicen; qué barbaridad que el gobierno de ahora es el gobierno que tiene más homicidios. Sí. Pero ¿por qué no pones la (gráfica) de homicidios para que vean cómo nos dejaron el país.?”
Sin la menor duda, le dejaron muy mal el país a López Obrador cuando tomó posesión en el 2018. Pero él lo ha dejado mucho peor. Eso dicen los datos. Sus datos. De su gobierno.
Desde diciembre del 2018 hasta abril del 2023 han asesinado a 146 mil 407 mexicanos, según las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública. Esa cifra de muertos ya es muy superior a los 124,478 homicidios dolosos durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. Y también son más que los 121 mil 683 asesinatos en la presidencia de Felipe Calderón, de acuerdo con el conteo del INEGI.
Sí, el gobierno de López Obrador -que aún le falta poco más de un año en el poder- ya es el más violento de este siglo y, seguramente, el más violento desde la guerra cristera y la revolución mexicana. Eso mismo es lo que le dije, en persona, al presidente López Obrador en la mañanera del 22 de septiembre del 2022. Pero él insiste en ver las cosas de otra manera.
Es cierto que hay una tendencia a la baja en los homicidios dolosos en México. Por ejemplo, hubo 34 mil 720 asesinatos en el 2019 y en el 2022 hubo 30 mil 969. Pero las cifras de asesinatos en su gobierno siguen siendo tan altas -mucho más que los 22 mil 541 muertos en el 2016 o los 28 mil 870 en el 2017- por lo que es inevitable concluir que la anunciada estrategia de “abrazos, no balazos” ha sido sin dudas un rotundo fracaso.
Ese será incuestionablemente el principal reto para el próximo presidente o presidenta de México: parar la violencia. AMLO está tan obsesionado y comprometido con su fallida estrategia de seguridad, que se rehúsa a corregirla o a probar algo distinto. Y quien pierde es el país; son los más de 80 jóvenes, mujeres y niños que mueren, en promedio, todos los días ante la absoluta falta de autoridad en varias regiones de México.
Esta semana, en que se reunieron con el presidente las cuatro “corcholatas” de su partido Morena -así les dicen en México a los candidatos presidenciales que fueron destapados- es un buen momento para reconocer que ya no será AMLO quien solucione el problema de la violencia en México. Lo triste es que seguirán matando a decenas de mexicanos diariamente mientras no reconozca su error y busque otras soluciones.
Por eso, se les debe preguntar a todos los aspirantes presidenciales, no importa el partido, si están dispuestos a romper con el presidente en materia de seguridad y buscar otras alternativas. Militarizar a México -como lo ha hecho irresponsablemente AMLO- lejos de pacificarlo, lo ha prendido. Y lo peor es que costará mucho trabajo y esfuerzo regresar a los soldados a los cuarteles. Ya probaron el poder y, si otros países latinoamericanos son un ejemplo, no va a ser fácil que lo suelten.
Cuando López Obrador apenas llevaba un mes como presidente, en enero del 2019, estaba muy optimista. “En 100 días”, dijo, “vamos a mejorar en este tema de la inseguridad.” Y no fue así. Hoy sabemos que era el comienzo del gobierno más violento de la historia moderna de México. Desafortunadamente la popularidad del presidente no se ha traducido en resultados concretos contra la altísima criminalidad.
AMLO también se equivoca al creer falsamente que quienes lo criticamos -por su falta de resultados significativos en materia de seguridad- lo hacemos por consigna. No entiende que nuestra principal responsabilidad social como periodistas es cuestionar a los que tienen el poder. Y él tiene mucho poder. Las críticas no son solo contra AMLO. A través del Noticiero Univision desde 1986 he ejercido el periodismo independiente y he cubierto décadas de abusos en México. Lástima que no lo haya visto o no lo quiera recordar, porque se dejó entrevistar muchas veces por nosotros. Las críticas han sido parejas. En estas mismas páginas, por ejemplo, escribí una columna -de muchas- contra Felipe Calderón llamada El Presidente De Los Muertos y otra titulada Peña Nieto: El Peor Presidente.
Entiendo que el PRI y el PAN le dejaron a AMLO un país muy golpeado, con mucha corrupción y plagado de desigualdades. Fueron décadas de robos y atropellos. Pero uno vota por un candidato, precisamente, porque promete resolver los problemas del pasado y buscar soluciones en el presente. Culpar a los gobiernos anteriores de sus errores no ayuda a nadie y solo acrecenta los problemas.
Candidata, candidato, si usted gana la presidencia ¿cuándo va a asumir el compromiso de lo que haga o deje de hacer su gobierno? Es la pregunta. México necesita un presidente que se responsabilice desde el primer día.