Por Roberto PELÁEZ
Enfundado en una playera blanca, se desmarca por la izquierda, deja atrás a dos defensores, encara al portero, toca suavemente el balón, le queda cerca, tira a puerta... Goooool.
William Harris, de 11 años, es uno de los tantos niños con talento, enamorados del futbol, que se entrega en las sesiones de entrenamiento, sueña con llegar al estrellato.
Estudiante de la Brian and Tery Cram Middle School, cursa el séptimo grado, el hijo de Nathaniel y Ana, sabe que esa pasión por el que muchos consideran el deporte más hermoso, exige que se le ‘alimente’ con horas sobre la cancha, dedicación, y juego.
Quienes lo han visto desempeñarse en los partidos (modalidad de 7 contra 7) que suma en su corta carrera deportiva, apuntan que se caracteriza por su velocidad, pensamiento rápido ante situaciones de juego, a lo que se une su empeño por aprender cada vez más a jugar en equipo...
Admirador de Pelé, Ronaldo y Messi, su playera muestra el 7, vive -por su edad- esa etapa en que los niños se prueban en varias posiciones, lo importante es jugar, tocar el balón, hacer buenos pases, y si es posible marcar un gol.
Se le puede ver como defensa, pasar a la delantera, no tiene una posición definida, trata de aprovechar los minutos de juego, aprender, adquirir habilidades, ayudar a los compañeros y al equipo.
William forma parte del grupo que recibe una clínica de entrenadores de la Fundación Real Madrid, que gira alrededor de valores y técnica.
Advierte que necesita ganar en resistencia, corre, camina, trata de jugar lo más posible, prestar atención al fortalecimiento muscular, hacer flexiones, dedicar al menos una hora a las actividades físicas.
Ana sigue el accionar de su hijo en lo docente y lo deportivo, comenta: “sin inmiscuirnos en las indicaciones de su entrenador, platicamos bastante con William sobre los estudios, le insistimos en que no puede descuidarlos por practicar futbol u otro deporte, la vida de un deportista es corta, debe prestar atención a lo que dice el maestro, aplicarse en los estudios, sus calificaciones son buenas, estamos orgullosos de él.
“Aunque su entrenador le platica de disciplina, respeto a sus compañeros, al árbitro, a los rivales, en casa, dice Ana, nosotros siempre le hablamos de disciplina en todas partes, la atención que merece el público, el comportamiento que debe mostrar cada niño”, finaliza ella.