Por Roberto PELÁEZ
De poco, muy poco, sirven los conocimientos si los pertrechados de ellos no son capaces de transmitirlos a otras personas. Y ello debe ir acompañado de una significativa dosis de sensibilidad, de amor por lo que se hace o lleva a cabo.
El Grupo de Mujeres, fundado allá por el 2003, con Sandra Valdés a la cabeza, tuvo -y tiene- entre sus prioridades, contribuir a elevar el autoestima de mujeres víctimas de violencia doméstica y abuso sexual, esas personas que los especialistas consideran con sobrada justicia ‘población vulnerable en riesgo de abuso’. Sin dudas una parte indefensa, muchas veces desvalida.
No se puede perder de vista que el abusador es por regla general COBARDE. Abusa del mal llamado ‘sexo débil’, sabe que ella no tiene un padre, un hermano, es más, probablemente no disponga de documentos relacionados con su estatus migratorio, tiene miedo, no conoce de leyes ni sabe a quién acudir.
Se conjugan esos ‘pocos’ que allanan el camino al abusador, ese ente que hace cosas para atemorizar a la víctima, que ésta sienta que no le interesa a nadie, no tiene esperanza, literalmente el mundo se les viene encima y no ven salida a sus problemas.
Con la vista puesta en ese universo de mujeres abusadas, Valdés y varias mujeres fundan el referido grupo, conocedoras de que hay muchas a quienes tender la mano, hacerle saber que no hay motivos para justificar un castigo, ser abusadas, y pueden tener otra vida.
No faltan en el valle quienes afirman que muchos de esos problemas de violencia doméstica, del abuso físico, pasan en alguna medida por la falta de educación, tanto del abusador como de la víctima, a lo que se une la ingestión de alcohol o sustancias. Por eso no se puede desmayar en lo concerniente a educar, enseñar, instruir, apoyar.
Para hacer valer sus aspiraciones, hacerse sentir dentro de la comunidad más que todo por su tesonera labor, la directiva e integrantes de Grupo de Mujeres organizan talleres educativos, se dan a la tarea de buscar recursos para hijos con necesidades especiales.
“También, explica gentilmente Gisela de la Rosa, brindamos sesiones de consejería, terapia individual y por supuesto para la familia, ofrecemos talleres dirigidos a adolescentes con el marcado propósito de prevenir de uso de drogas y educación sexual, salirle al paso a las adicciones”, resalta.
Muchos coinciden en la gran cifra de personas aquejadas por problemas de salud mental, un aspecto en que miembros del Grupo pueden hacerse sentir, ofrecer apoyo. Los problemas de salud mental no hacen distinción en edad, sexo, cualquiera puede padecerlos.
Incuestionablemente la noble faena que realiza el Grupo de Mujeres es una ayuda significativa, necesaria, de la que las víctimas están agradecidas, y valoran en su justa medida.
Al lado de Valdés figuran Perla Sánchez, Alexandra Martínez, Mayola Baltazar, entre otras, además de dos conocidas psicólogas: Gisela de la Rosa y Margarita Romano, ambas con experiencia y muchos años vinculadas a la comunidad, dispuestas siempre a ayudar, a ofrecer sus vastos conocimientos.
De la Rosa explica que en estos momentos se materializan los talleres y pláticas con personas afectadas en las instalaciones de ‘Fuentes de Vida’, con la supervisión y asesoría de Romano.
“Atendemos a una cifra de aproximadamente 40 participantes que asisten con regularidad a los talleres y conferencias, acuden todos los viernes de 10 de la mañana a 12 del mediodía, con invitadas de la comunidad, allí tratamos los temas de formación, capacitación y crecimiento personal”, afirma.
Por la proximidad del ‘Día Internacional de la Mujer’, lo relevante del trabajo que realizan Valdés y compañía, es oportuno destacar el quehacer y desempeño del Grupo, cuyas integrantes ponen sus conocimientos en función de ayudar a otras féminas, víctimas que necesitan palabras de aliento, muchas veces también requieren obtener vínculo laboral, encausar sus vidas, educarse.