La condonación de préstamos estudiantiles de Biden

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Por Ignacio Romero 

Gerente del Programa Latino de Anti-Desinformación de Institute for a Progressive Nevada

Desde la Grecia antigua se dice que la educación es la base de una sociedad y el pilar más grande de su progreso. En la historia de la humanidad, la educación ha tenido un papel primordial en la creación de riqueza económica, prosperidad y estabilidad política de los pueblos y naciones.

Los padres fundadores de nuestro país se dieron cuenta del poder de la enseñanza y probablemente fue Benjamin Franklin quien lo resumió de la mejor manera cuando dijo: “una inversión en conocimiento paga el mejor interés”. Fue esa mentalidad la que impulsó a que el 23 de abril de 1635 se inaugurara en Massachusetts la primera escuela pública de lo que hoy conocemos como Estados Unidos. 

En las décadas siguientes, muchas comunidades siguieron el ejemplo y establecieron escuelas gratuitas o financiadas con fondos públicos. Una vez declarada la creación de la nueva nación, los estados pusieron, como una de sus prioridades, la educación y establecieron rápidamente escuelas públicas. Para 1870, todos los estados tenían escuelas subsidiadas por impuestos y la población estadounidense contaba con una de las tasas de alfabetización más altas del mundo. Esta sólida base ayudó a la sociedad a ampliar sus conceptos, a proponer nuevas ideas, a investigar y a crear. 

En distintos puntos del país y a lo largo de las siguientes décadas se pudo observar la construcción de monumentales proyectos de ingeniería y arquitectura, y el estallido en patentes de grandiosos inventos como la bombilla eléctrica, el teléfono, el microondas, y cientos de otras maravillas que cambiaron la forma de vivir del planeta entero.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno federal y los gobiernos estatales también ayudaron a los jóvenes estadounidenses a pagar universidades privadas. En 1965, la Ley de Educación Superior impulsó un mayor acceso a la universidad para mujeres y minorías.

Los frutos de la educación pública y privada habían convertido a nuestro país en el lugar de las oportunidades y lo impulsaron a la cima como líder mundial. Otras naciones se determinaron a seguir nuestro ejemplo e incluso dar un paso al frente. Alemania, Francia, Argentina, Finlandia y Dinamarca, son solo algunos de los países que decidieron asegurar educación universitaria gratuita para sus ciudadanos. 

La década de los 70 llegó a Estados Unidos y con ella, el embargo de petróleo de los países árabes, lo que creó una profunda inflación. Las subvenciones federales y estatales, para ayudar a estudiantes universitarios pobres y de clase media, cayeron en picada y en muchos casos se extinguieron. Mientras tanto, el costo de la matrícula y las tarifas universitarias aumentaron exponencialmente. Lo que muchos pensaban era una situación momentánea, había llegado para quedarse. 

Antes de 1970, un estudiante podía pagar su universidad con un trabajo de medio tiempo, hoy en día eso es imposible. En 1970, el costo promedio por un año de educación, en una institución pública, era de $394. Hoy, el precio por la misma educación es de $10,560. Solo desde 1980, el costo total de las universidades públicas y privadas de cuatro años se ha triplicado y el apoyo federal no se ha mantenido a la par. Las Becas Pell (becas para familias de bajos ingresos) cubrían casi el 80% del costo de una universidad pública, pero ahora solo cubren un tercio. 

Desde la década de los 70, las familias estadounidenses de bajos y medianos ingresos comenzaron a endeudarse para poder enviar a sus hijas e hijos a estudiar. La educación gratuita o de bajo costo, que hace 50 años parecía un derecho para los estadounidenses y que convirtió a esta nación en el Sueño Americano, comenzó a ser atacada por políticos embrujados por la ideología del gobierno pequeño. El típico estudiante universitario que pidió préstamos para sus estudios se gradúa hoy con una deuda de $25.000, lo que no le permite ser parte activa del mercado: comprar propiedades o iniciar pequeñas empresas. Esto también afecta a la economía del país en su conjunto.

Es por eso que el presidente Joe Biden anunció su plan de ayuda a las familias de bajos ingresos con la condonación de préstamos estudiantiles. Se perdonará hasta $10,000 de la deuda estudiantil para aquellos que ganen menos de $125,000. Y a los beneficiarios de la Beca Pell, se les condonará hasta $20,000. La medida beneficiará a más de 40 millones de estadounidenses y brindará un soplo de aire fresco a aproximadamente 330 mil nevadenses. La medida también llevará a funcionarios de Nevada a crear cambios en el programa de pago de préstamos estudiantiles del estado. 

Al parecer, el presidente simplemente está devolviendo a los estadounidenses un poco de lo que se les ha quitado desde la década de 1970. 

(Pagado por Institute for a Progressive Nevada)

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