Por Roberto PELÁEZ
Si algo distingue a la mujer que tengo delante es su amabilidad y vocación de servicios. Aparecer en la portada del libro ‘Mujeres que no callan’, es un pequeño -y enorme- reconocimiento a su quehacer.
Asentada en Las Vegas desde hace varios años, enamorada, apasionada sin límites de su Nayarit natal, no concibe su existencia sin la música, la literatura, el insistir en que la gente lea, se supere, cuente sus historias.
“Soy feliz rodeada de mi gente del grupo literario Comala, subraya, escuchando poemas, cuentos, crónicas que tantos amigos llevan al papel, mientras me refugio en el medio centenar de poesías que viven en mi mente”, destaca esta mujer todo voluntad y deseos de ayudar.
“Cuando Jorge Elizondo (entonces cónsul para atender comunidades) me propuso leer en la sede del consulado mexicano, adentrar al mundo de la literatura a centenares de personas que acudían a hacer trámites, ví el cielo abierto... ¡qué tarea tan hermosa!, comenta, le eché todas las ganas.
“Escuchar de Juan Rulfo, Amado Nervo, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Sor Juana Inés... es algo tan hermoso, instructivo, y todo eso a la espera de que te llamaran para ver qué necesitabas de los funcionarios consulares”, resalta con una sonrisa tímida.
Quienes pretenden escribir, tienen la aspiración de ver publicada su obra, reciben siempre las palabras de aliento de la entrevistada, a la que dicho sea de paso le encanta la comida tradicional de Nayarit “esa gastronomía, dice, de la que es imposible desprenderse... el pescado zarandeado, el ceviche, el tlaxtihuilli a base de camarones, frijoles puercos, el aguachile, las gorditas de maíz de Jala, las tostadas nayaritas, el licor de Nanche”, apunta y sus ojos cobran un brillo especial.
Desde hace años cada martes Durán tiene una cita obligada con un grupo de amigos -amantes de las poesías y los cuentos por más señas-, una reunión a la que cada persona asiste con una especie de ‘tarea’ realizada (algo escrito) que leen, comentan, aplauden, sugieren.
“Es un compromiso con personas a las que conozco, quiero, cada uno disfruta ‘el evento’ a su manera, sobre la base de la literatura, las vivencias, no faltan quienes (descubren) su talento... espero con ansias la llegada de cada martes para escuchar y aprender, ver y abrazar a mis amigos”, explica.
Lee unos poemas hermosos, y siempre sucede lo mismo, se le acercan para preguntarle ¿cuándo va a publicar su libro? Todavía debo revisar, quedar complacida conmigo misma, es su respuesta.
Con sobrada justicia salen a relucir los versos de Juan Restrepo: En tu caminar por la vida/asemejas la fuerza del río/que a su paso va rompiendo/la más dura de las montañas.
En Mapy Durán se conjugan armoniosamente la amabilidad y el deseo de hacer, el amor por el ser humano y la marcada voluntad de incitar a todos a avanzar, aprender, a dar lo mejor de cada uno. No tengo dudas de que ella es motivo de orgullo para la comunidad.
Con sus manos incansables, inquietas por demás, atiende los requerimientos propios del hogar, del trabajo, acaricia al mundo de la literatura... ¡y sueña!