Lucha de Juliet García en la frontera, reconocida con Medalla de la Libertad

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Demostrar que la frontera EE.UU.-México está llena de grandes talentos que sólo necesitan una oportunidad para triunfar ha centrado la lucha de más de 50 años de la catedrática Juliet García, labor que la ha hecho merecedora de la Medalla Presidencial de la Libertad.

Acompañada de sus 2 hijos y 5 nietos, la líder latina de 73 años recibió el pasado 7 de julio del presidente Joe Biden la máxima distinción civil otorgada por la Casa Blanca por su trabajo en la frontera, región que para ella está llena de personas "bilingües, innovadoras, adaptables, recursivas" pero que han sido estigmatizadas por su falta de recursos.

"Es importante que se reconozcan las batallas que ganan las comunidades menos favorecidas porque así vamos creando una conciencia de las adversidades que enfrentan y que debemos como país ponerles atención", contó tras recibir el reconocimiento.

García sabe que la convulsionada situación fronteriza "no se va a arreglar ya", pero dice que "no hay que rendirse".

La situación política en la frontera "es difícil pero debemos seguir trabajando para que mejore", porque ya se han logrado derribar "varios muros", sostiene.

García, referente de la educación y liderazgo en favor de los latinos, fue la primera mexicoestadounidense en dirigir una universidad en Estados Unidos.

Logró sacar del anonimato a las universidades de la frontera en una batalla por defender una región que considera fue "olvidada" por muchos años.

"ZONA DE INTERFERENCIA"

Nacida en Brownsville (Texas), García define la frontera como una zona donde los habitantes han derrumbado las líneas divisorias.

Para explicarlo echa mano de la ciencia: "La frontera es como una 'zona de interferencia' donde las energías o las especies convergen se adaptan, y crecen".

Para ella el Río Grande (Río Bravo en México) no divide a las comunidades; por el contrario, las une y las convierte en una sola.

"Yo no soy como mis primas de Houston, tampoco como mi familia en México. Soy de la frontera, donde las personas son bilingües, innovadoras, adaptables, recursivas y con mucho talento. Lo único que necesitan son oportunidades", expresa.

Precisamente su trabajo de más de 50 años se centró en lograr esas oportunidades.

Asegura que la tarea no fue fácil. El hecho de ser mujer, latina y joven representó la primera barrera para llegar a ser la presidenta de Texas Southmost College en 1986.

"La primera vez que busqué el puesto de presidenta tenía como 28 años. No me lo dieron pero desde ese momento sabían que tenía aspiraciones. Diez años después lo logré", recuerda.

En 1991, Texas Southmost College se fusionó con la Universidad de Texas en Brownsville, convirtiéndose en la UT-Brownsville, de la que García asumió la presidencia durante 22 años.

Uno de sus mayores retos fue conseguir recursos económicos. "Éramos los pobres", subraya.

Explica que su trabajo siempre "fue abrir puertas de oportunidad" en campos en que los latinos supuestamente no eran considerados, como la física o las competencias de ajedrez.

"Logramos esto mediante la construcción de un campus que honra sin disculpas nuestra herencia cultural y ambiental, y luego lo llenamos con profesores brillantes y personal dedicado", ahonda.

DERRUMBANDO MUROS 

También le tocó pelear contra los muros que quiso imponer el propio Gobierno de EE.UU. dentro de la universidad, que se encuentra a centímetros de la frontera entre Estados Unidos y México. "No era lo correcto".

Finalmente, el Gobierno federal acordó cambiar un muro fronterizo de 18 pies por una valla verde con pilares blancos. "La valla no se presenta como un intruso, y tampoco atacó nuestra misión, que era trabajar a través de fronteras geográficas, fronteras políticas, en todo el mundo", explica.

Estas luchas la han llevado a reconocimientos como el de la revista TIME, que en 2009 la nombró entre los 10 mejores presidentes universitarios de la nación. También fue nombrada entre los 50 líderes mundiales por la revista Fortune.

Su tenacidad también hizo parte fundamental de la fusión de UT-Brownsville y la Universidad de Texas Pan American para crear la Universidad de Texas Rio Grande Valley, que fue aprobada por la Legislatura estatal en 2013 y se ha convertido en uno de los baluartes de la región y el país.

Pese a todos los avances para los latinos en la región fronteriza, García, actualmente profesora de comunicaciones en UT-Rio Grande Valley, sabe "que aún hay mucho por hacer", que los momentos políticos "son delicados".

No obstante, asegura que hay que seguir echando mano de la fuerza de los inmigrantes, que como su padre y sus antepasados llegaron a Estados Unidos con la esperanza de un mejor futuro.

"Siempre nos insistieron que había que educarse y trabajar para quienes más lo necesitan", insiste García, que aunque se le presentaron otras oportunidades para escalar en su profesión prefirió quedarse en la frontera, en su tierra.

"Anímense, aviéntense, luchen por educarse, no se rindan, derrumben los muros, y cuando lo logren no se olviden de su comunidad, de los que se quedaron atrás", aconseja.

García señaló el 7 de julio durante la entrega de la Medalla de la Libertad que era un honor representar a las comunidades inmigrantes en ese reconocimiento, que fue también entregado a otro latino, Raúl Yzaguirre, quien presidió el Consejo Nacional de La Raza durante 30 años. Los Ángeles (EFE)

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