Por Roberto PELÁEZ
Quienes la conocen coinciden en que es una mujer activa, bien informada, con una marcada vocación de servicios.
Gloria G. Cierra nació en Ilopango, ciudad de El Salvador, nación que por su extensión territorial muchos conocen como ‘el Pulgarcito de América’.
Ella es una de las tantas salvadoreñas asentadas en Las Vegas, donde por su sostenido quehacer clasifica como un puntal de la comunidad, más aun dentro del Comité Centroamericano.
La entrevistada estudia Bachillerato en Comercio y Administración, atraída por la opción que representa Contaduría.
“Emigro a los Estados Unidos en 1981 al estado de California, donde radico por 14 años”, recuerda. Por aquellos años la llamada guerra civil de El salvador estaba en su apogeo; resultó un conflicto bélico entre las Fuerzas Armadas del pequeño país y las llamadas fuerzas insurgentes. La nación vivía un ambiente de considerable crisis política y social, situación que ‘arrastraba’ desde la década de los ‘70.
Muchos salvadoreños por aquellos años emigran a diferentes países, dejan atrás todo lo que había sido su vida hasta entonces, como una salida a la compleja situación imperante.
“La vida del inmigrante es difícil, triste, más aun en los primeros años, prosigue, la nostalgia nos ‘muerde’, pero vinimos a superarnos, a trabajar, a empeñarnos en salir adelante.
En California, continúa, vuelvo al salón de clases, a tomar lecciones, sobre todo de inglés, para tener mayores posibilidades de salir adelante; en 1995 abren el hotel y casino Montecarlo, vengo a esta ciudad y me establezco en Las Vegas, en esa instalación tengo mi primer trabajo dentro de la rama de la hospitalidad y turismo”, resalta.
“Lo que había aprendido de inglés me ayuda en mis aspiraciones de conseguir un empleo estable, lo demás podía consolidarlo con mi disciplina, mi dedicación al trabajo, sostiene, saber inglés nos ayuda a sobresalir en la labor que desempeñamos”.
Responde una llamada telefónica, ofrece una excusa y destaca: “años después me caso, tengo dos hijas que ya son adultas, me han dado cuatro preciosos nietos, a los que adoro, ellos llenan la casa de alegría”, asevera.
La plática da un vuelco, “a la educación, dice, le concedo especial importancia; dirigida a la superación personal o profesional, para mi es indispensable superarse, aprovechar las clases, los cursos gratis, sacar provecho lo que a una le permita salir adelante, proveer para la familia.
“Desde mi punto de vista, reitera, la educación es una de las bases más importantes en nuestra vida, siempre aconsejé a mis hijas, ahorita lo hago con los nietos que ya van a la escuela; no pierdo oportunidad para decirles que aprovechen todo lo que se ofrece a la comunidad, sobre todo si tiene que ver con la educación”, destaca.
Sobre su labor comunitaria apunta: “estoy contenta con mi trabajo en el Comité, ayudo en la organización de eventos, me alegra ver que juntos podemos más, no es el mérito de una u otra persona, unidos somos fuertes, incluso ayudamos cuando alguien enferma o tendemos la mano para gastos funerarios... qué mayor orgullo que representar a El Salvador”.