Por José LÓPEZ ZAMORANO
Sin bombos ni platillos, ni siquiera una conferencia de prensa, la mayoría demócrata del Senado introdujo discretamente esta semana lo que podría ser un histórico proyecto de ley de reconciliación presupuestal que resucita, como es justo, la posibilidad de una reforma migratoria –con un camino a la ciudadanía-- que podría beneficiar a millones de indocumentados en los Estados Unidos.
La reforma migratoria forma parte del gigantesco paquete presupuestal de gasto social por 3.5 millones de millones de dólares, que complementa el plan de infraestructura física por más de 1 millón de millones de dólares, que busca crear millones de empleos renovando escuelas, carreteras, puentes, vías férreas, habilitando a la mayor parte del país con acceso a Internet de alta velocidad y mejorando la calidad del agua.
Aunque no existen detalles todavía disponibles sobre el universo potencial de beneficiarios de la reforma migratoria, los demócratas han puesto al frente de la fila a los Dreamers, a los trabajadores esenciales, en particular a los trabajadores del campo y a los beneficiarios del estatuto de protección temporal (TPS), donde la mayoría de las personas elegibles son centroamericanas.
Las encuestas consistentemente siguen mostrando que una abrumadora mayoría de la población de Estados Unidos está a favor de algún tipo de legalización para los inmigrantes indocumentados del país.
Hemos estado cerca de una reforma migratoria en otros ciclos políticos. Pero en este momento el motivo del optimismo sobre la posibilidad de la aprobación de una reforma migratoria es obvio: Por haber sido incluido como parte del proceso de reconciliación, el proyecto de ley no requiere apoyo de los senadores republicanos.
Sin embargo, esto no quiere decir que alcanzar la reforma migratoria equivale a una caminata en el parque.
En primer lugar, requiere que el experto parlamentario del Senado autorice la consideración de un plan migratorio como parte de un paquete presupuestal. Los demócratas le pusieron una factura de 107 mil millones de dólares, y existen argumentos económicos convincentes de que legalizar a millones de personas podría atraer indudables beneficios fiscales adicionales.
Otra piedra en el camino incluye mantener la unidad dentro de las filas demócratas. A pesar de lo que piensan muchas personas, los demócratas no son un monolito político ideológico. Los legisladores demócratas progresistas apoyan abiertamente una reforma migratoria, otros qué representan a estados más conservadores buscan evitar riesgos políticos en las elecciones.
Todo lo cual hace necesario que se reviva una gran campaña de concientización y movilización pública para defender un acto de elemental de justicia: los trabajadores del campo, de las empacadoras, de los servicios, los Dreamers, los migrantes han sido la columna vertebral que ha mantenido a este país en pie durante la pandemia. Se merecen una solución digna, humanitaria y permanente. Nada más, nada menos.