La frase, extendida por mucho tiempo: ‘padre es cualquiera’. Clasifica como un craso error. Casi una falacia.
El padre -no lo dude nadie- es una figura de importancia capital dentro de la familia, aporta, ejemplo aparte, un sentido de pertenencia para los hijos y la sociedad.
Incuestionablemente figura de apoyo es el padre, una especie de patrón para los hijos, les brinda seguridad, les ayuda a adquirir independencia; su presencia en el hogar contribuye, junto a la madre, a forjar la identidad del menor.
Los padres son educadores, como también lo son los abuelos; el rol de los padres es indispensable en la formación de los hijos. Si bien su papel ha cambiado con el paso del tiempo en lo que tiene que ver con el desarrollo de sus hijos, la labor del progenitor no pierde un ápice de importancia.
Para muchos el padre fungía como el encargado de proveer, más que todo en lo concerniente al renglón económico, sin embargo con la incorporación al trabajo (muchas veces hasta con mejor salario), el progenitor forma parte en estos tiempos de la vida cotidiana del hogar y del cuidado de los niños. Los padres están más involucrados, velan por los pequeños, comparten muchas actividades, supervisan las tareas...
Resulta relevante que exista en la vida de todo menor la figura paterna, ésta debe brindar apoyo a la madre, incluso desde el mismo embarazo su ayuda es fundamental, luego después del nacimiento su responsabilidad adquiere otras características, debe ofrecer seguridad a todos en casa, a la vez que transmite valores.
La interacción del padre con sus hijos tiene una importancia vital, tanta que es difícil suplirlo, ese mismo vínculo permitirá al pequeño formar, desarrollar una personalidad, tener confianza en sí mismo, socializar, adaptarse al mundo que lo rodea.
Con el tiempo, el mismo cambio de responsabilidades ante la incorporación de las mujeres al trabajo, la paternidad se ha convertido en una especie de reto, en una tarea de primer orden, claro, también es gratificante en grado sumo, permite fomentar relaciones padre-hijo con más confianza, brinda la posibilidad de ser admirado, reconocido como una presencia importante, capital.
Es en extremo difícil, si no se está ahí -en el hogar, junto a los hijos, a la familia- ofrecer toda la atención que los menores necesitan, exigen, requieren, y eso también pasa por el cariño, el desvelo, los cuidados necesarios...
La convivencia es excelente para ayudar en la formación y desarrollo de los hijos, aportar, con el ejemplo a que sean buenos hombres y mujeres, contribuyan a la sociedad.
Asumir el reto constante de ser un buen padre marca la diferencia entre el desarrollo emocional y social de los hijos; encarar este ‘desafío’ es algo maravilloso, hace crecer al hombre como ser humano... le permite aportar a la sociedad mejores personas.
Este domingo 20 se celebra el Día de los Padres, sirvan estas líneas para reconocer a los progenitores. Muchas FELICIDADES.