Por Roberto PELÁEZ
En el oriente del oriente de la isla, en Santiago de Cuba, un niño de apenas ocho años descubre a su ‘primer amor’ y queda enamorado del judo para toda la vida.
Más de cuatro décadas después Israel Hernández, judoca de pies a cabeza, contempla con orgullo sus dos medallas de bronce en Juegos Olímpicos (España 1992 y Atlanta 1996).
“De muy poco sirven los conocimientos si uno no los trasmite”, afirma este ejemplar deportista con cerca de medio siglo dedicado a la marcial disciplina, y ofrece una clínica de cuatro horas en Ryoku Judo Club, al oeste de la ciudad de Las Vegas, con casi un centenar de practicantes.
“Milito 12 años en la selección nacional de Cuba, dice, tomo parte en citas olímpicas y también en Juegos Panamericanos, le agradezco mucho a mis entrenadores todo lo que me enseñaron, su dedicación, en especial a Justo Noda, a quien considero como un padre”, destaca.
“Soy, sostiene, uno de los tantos atletas-protagonistas de la que considero la mejor época del deporte cubano, la década de los ‘90, los resultados en los Juegos Olímpicos de España y Atlanta son un reflejo fiel de ese excelente momento a instancia mundial en varias modalidades.
“En aquella época, explica, era una especie de caso singular, de alguna manera resido en España y tengo la posibilidad de competir por Cuba, tomar parte en torneos de envergadura, en cada uno de ellos me empeño por rendir una actuación meritoria, ganar medalla”, advierte.
“Trabajo por un tiempo en el Centro Olímpico Español y luego en Puerto Rico, hasta que decido venir a vivir a los Estados Unidos, recuerda el entrevistado, entonces me percato que muchos judocas a ese nivel, competidores de primera línea, cometen errores por un deficiente trabajo en la base.
“Me doy cuenta que más que ser entrenador prefiero desempeñarme como maestro, apunta, ayudar a los judocas a eliminar sus errores, por eso disfruto tanto las clínicas, el tiempo se me va muy rápido, me encanta contribuir a que los practicantes adquieran una formación sólida, ser parte de esa mejoría.
“Siempre insisto en tres aspectos que considero medulares: la biomecánica, la economía y la física, el primero, explica, porque es indispensable conocer tu cuerpo, su funcionamiento, si puedes doblar o no una rodilla sin temor a una lesión.
“El segundo es válido a la hora de sacar provecho a determinada posición sobre el tatami, y el último por lo que representa tener una idea exacta de cuando es preferible ser lento, explosivo, ejercer una palanca...”, precisa.
Los participantes en la clínica coinciden en que fue excelente; el cinta negra Sergio Sánchez externa: “el ‘sensei’ Israel Hernández es una figura de clase mundial, para nosotros es un orgullo compartir con él, apreciar sus conocimientos, la manera de comunicarse, de ejemplificar, su interés porque todos comprendieran y regresaran a sus respectivas casas luego de eliminar errores”.
El dos veces medallista olímpico, quien llega a Las Vegas desde California tras conducir alrededor de cinco horas, reitera: “disfruto mucho las clínicas, que la gente aprenda, escuchar sus preguntas, explicarles y mostrarles como se hace cada movimiento de manera correcta; ya tengo invitaciones para otras clínicas en Europa, y a mediados de año tendremos un campamento internacional, al que se unirán Driulis Gonzalez y Amarilis Savón, dos de las mejores judocas del mundo en todos los tiempos”, concluye.