Por Jorge RAMOS
Las imágenes son brutales. Decenas de agentes de choque de la nueva Guardia Nacional de México, armados con cascos, bastones y escudos transparentes, reprimieron (en formación de 25 al frente y columnas de 10) a cientos de inmigrantes centroamericanos que querían llegar a Estados Unidos. El incidente ocurrió recientemente en la carretera entre Ciudad Hidalgo y Tapachula, en el estado mexicano de Chiapas, cerca de la frontera con Guatemala. Aquí lo pueden ver https://bit.ly/2RrDzpq
También les arrojaron gases lacrimógenos a los miembros de la caravana que, a mediados de enero, tenía unos cuatro mil inmigrantes centroamericanos. Entre ellos había muchos niños y mujeres.
Al final, cientos de refugiados han sido detenidos en México, regresados de inmediato a Guatemala o deportados a Honduras.
La portavoz de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos condenó a la Guardia Nacional de México y dijo que “el uso de la fuerza para detener o dispersar inmigrantes, en este caso de las caravanas, debería ser evitado, incluyendo el uso de armas no letales”.
Así es como México se ha convertido en la policía migratoria del presidente estadounidense Donald Trump. En sus dos fronteras: en el sur paran a los centroamericanos; en el norte los hacen esperar. Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador se equivoca. Los debería dejar pasar hacia el norte.
En los estados mexicanos que hacen frontera con Estados Unidos hay alrededor de 50 mil centroamericanos, según cálculos ofrecidos por la prestigiosa organización Human Rights First.
Bajo el programa denominado Quédate En México (o Migrant Protection Protocols) estos inmigrantes tienen que esperar durante semanas o meses en México hasta tener una resolución de las autoridades estadounidenses de sus solicitudes de asilo.
Este es un cambio radical de política migratoria. Antes, los centroamericanos que pedían asilo podían esperar una resolución de sus casos en Estados Unidos, no en México. Ya no. Todo cambió con Trump. ¿En qué momento un problema estadounidense se convirtió en un problema mexicano?
A mediados del año pasado, y ante la presencia de varias caravanas de centroamericanos cruzando territorio mexicano, el presidente estadounidense amenazó a México: o hacen algo para detener esta “invasión”, según sus palabras, o les impondría aranceles a los productos mexicanos. Primero un cinco por ciento a partir de junio del 2019 y hasta 25 por ciento en octubre.
Y López Obrador cedió.
Atrás, enterradas, quedaron sus promesas de proteger a los inmigrantes centroamericanos. “Que se les garanticen sus derechos a buscarse la vida, que no haya maltrato, que se les proteja, que se les ayude y apoye”, dijo AMLO como presidente electo en octubre del 2018.
Cuando un periodista le preguntó en una de sus conferencias de prensa matutinas -las “mañaneras”- sobre el incidente de hostigamiento e intimidación contra centroamericanos en el sur de México, el presidente rehusó ponerse del lado de las víctimas. “Realmente no han utilizado la fuerza”, dijo sobre sus agentes, contradiciendo las imágenes que ya circulaban en las redes sociales. “Yo tengo información de que la Guardia Nacional ha actuado bien”.
Las redes sociales en México, tristemente, están cargadas de insultos a los centroamericanos. El terrible maltrato que han recibido muchos mexicanos en Estados Unidos no puede ser una excusa para que se trate a los centroamericanos de la misma manera en México.
No podemos olvidar que durante décadas México ha sido un exportador de inmigrantes hacia los Estados Unidos. Somos millones viviendo ahí. Por eso duele tanto cuando en México reprimen y maltratan a otros inmigrantes como nosotros.
¿Qué debe hacer México con los inmigrantes centroamericanos? Dejarlos pasar y protegerlos, no reprimirlos a su paso por territorio mexicano. Escapan de la pobreza y de pandillas, y lo único que quieren es llegar a Estados Unidos. Le corresponde al gobierno de Trump, no al de AMLO, recibirlos y determinar si califican para asilo político. López Obrador ha dicho que su política es de “amor y paz”. Quizás. Pero respecto a los centroamericanos se le ha olvidado proteger, como prometió, a los más desamparados.