Una iniciativa en favor del planeta a la que vaticinan larga vida

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Por una hora, solo por una hora, millones de habitantes de alrededor de 200 países, apagaron las luces el pasado sábado 30 de marzo, en una acción digna de aplausos, una iniciativa que ojalá tenga larga vida, en beneficio del planeta, que dicho sea de paso está bastante desaliñado.

Se trata de hacer algo, reflexionar sobre los efectos del cambio climático, las adversidades, y sobre todo conocer qué puede hacer el hombre por mejorar su hábitat y dejar un planeta en mejores condiciones a las futuras generaciones, hacer algo que quienes vienen detrás digan: nuestros padres, los abuelos, se percataron y trataron de minimizar los daños.

“Amamos este planeta y todo lo que vive en él. Únete a nosotros y, juntos, empecemos conversaciones nunca antes mantenidas sobre la naturaleza y la diversidad única de la vida con la que compartimos nuestro hogar”, fue el llamado para ser partícipes de lo que se denominó ‘La Hora del Planeta’ emitido por representantes del  Fondo Mundial de Vida Silvestre (WWF, por sus siglas en inglés), y con respaldo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La acción del pasado 30 de marzo dio continuidad a la iniciativa surgida en el 2007, cuando se apagó ¡por una hora! la ciudad australiana de Sydney para llamar a ganar conciencia sobre el uso eficiente de los recursos. “La naturaleza proporciona alimentos, aire limpio, agua y muchos otros beneficios… pero el cambio climático y la pérdida de ecosistemas y biodiversidad amenaza este bienestar”, cita otro de los llamados para unirse a millones de personas en el mundo que, al tiempo de apagar la luz eléctrica, al menos por ese lapso, conversan sobre la importancia de la naturaleza. Sin dudas es una acción muy noble... y necesaria, oportuna. Y es que el cuidado del planeta es impostergable. 

“La naturaleza nos importa a cada uno”, sostiene WWF en el sitio donde expone algunas formas de participación y recuerda que es la naturaleza la que “proporciona las bases para nuestra prosperidad económica”; convencido de la importancia del asunto, insiste:  “Ahora es el momento de construir para crear un movimiento más amplio para proteger y restaurar la naturaleza”, reitera WWF.

No hay dudas de que el movimiento ambientalista crece, basta echarle un vistazo a sus registros... de una ciudad con la que arrancó en 2007, al año siguiente sumó 400 de 35 países, y para 2009 fueron cuatro mil 159 de 88 naciones incluyendo la Ciudad de México.

 

La iniciativa en cuestión crece en forma paulatina, el año pasado sumó 188 países, y recién acaba de llegar a 200 naciones; por supuesto que hay que ver con buenos ojos tal crecimiento, lo que significa, pero es preciso hacer más, salvar la flora y la fauna, conservar el agua, impedir el deterioro de la tierra y favorecer la calidad del aire, y esa no es, ni remotamente, la tarea o misión de uno, cinco, 100, mil, un millón de personas, el asunto compete a miles de millones y es para ahora mismo. Mañana puede ser -será- demasiado tarde.

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