Por Roberto PELÁEZ
Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace. Jean Paul Sartre
No hay que fijarse mucho en los detalles para percatarse de que Paola Ramírez es una mujer feliz, más que todo porque ve a sus hijos empinarse en busca de un mejor futuro, y sencillamente porque ella disfruta lo que hace.
Oriunda de la ciudad de Guadalajara, en el estado mexicano de Jalisco, reside desde hace poco más de 14 años en Las Vegas; sus pequeños Danna (16 años) y Víctor (8), estudian, dice, y eso me llena de satisfacción, afirma sonriente.
Es la mayor de tres hermanos, graduada de high school, reconoce: “después de finalizar la HS, pues estudio diseño gráfico y consigo graduarme, no puedo negar que es algo que me apasiona, y por un buen tiempo me dedico, por mis conocimientos, a la decoración de interiores, o sea, ayudo a muchas familias con el color de sus paredes, la ubicación de los muebles, el color de las cortinas, dónde poner las flores artificiales... y por supuesto, abunda, aprovecho cada minuto para aprender, pues considero que de todo y de todos se puede aprender.
“Se imagina cuánto puede aportarle a la felicidad de una el poder contribuir a la alegría de otras personas, verlas contentas por la decoración interior de sus hogares, es algo que hay que vivirlo”, sostiene la entrevistada, convencida de que la felicidad que se vive deriva del amor que se da.
“Creo en los sueños, en el esfuerzo, la entrega, y claro, también en la cuota de amor que una pone en su quehacer diario, remarca, en mi labor de todos los días aprendo que con flores naturales también puedo reportarle alegría a muchas personas, poner en sus rostros una sonrisa”.
Paola estudia, se esfuerza en conocer el significado de las flores y sus nombres, dónde lucen mejor, aprende a hacer arreglos que dejan literalmente con la boca abierta a más de uno.
Si antes hablaba de colores, de cortinas, muebles, decorados, desde hace un tiempo a la fecha platica frecuentemente de girasoles, rosas, begonias, claveles, tulipanes, dalias, lirios, de las flores del cerezo, de margaritas, lavandas... y al hacerlo sus ojos adquieren un brillo especial.
”Cuando ella habla de flores, de la mejor manera de combinarlas con chocolates y vino, con lazos, tiene para todo el día... ella sabe hasta cuáles son las flores para enamorar”, acota una de sus amigas, y deja ver una sonrisa de complicidad. “Nos comenta que siempre es mejor decir las cosas con flores, y creo que tiene razón”, agrega.
Paola atiende una llamada telefónica, da las gracias, y retoma la conversación para los lectores de El Mundo, “dedico tiempo a mi familia, a mis hijos, a las flores, pero también me interesan mucho los problemas de la comunidad, resalta, saber de qué manera puedo ayudar; me inspira el trabajo del profesor Isaac Barrón, veo que se esmera por poner una nota agradable en la vida de la gente, y eso es algo que para mi tiene un significado tremendo, se nota el amor que él siente por sus raíces mexicanas... llevo a México muy dentro, y por otro lado no concibo mi vida sin las flores”, apunta.