La organización separatista Patria Vasca y Libertad (ETA) anunciará este 4 de mayo su disolución tras 60 años de actividad, dejando numerosas víctimas, exiliados, división social y heridas que aún tardarán en cerrar.
El acto que se realizará en la localidad vascofrancesa de Cambo-les-Bains, en las proximidades de Bayona, región de Aquitania, en el suroeste de Francia, cierra un episodio de violencia en España y ETA fracasa en su principal objetivo sobre una hipotética independencia del País Vasco respecto a Madrid y París.
“ETA no ha conseguido ninguno de sus grandes objetivos por los que mataron y sembraron el terror en España. No consiguió nada por dejar de matar y nada va a conseguir por su desaparición”, dijo recientemente el ministro español del Interior, Juan Ignacio Zoido a propósito de la disolución.
En los objetivos de ETA destaca la independencia del País Vasco, integrado las provincias de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa; la anexión de la vecina Navarra (que considera territorio histórico vasco), y las tres provincias vascofrancesas Lapurdi, Zuberoa y Nafarroa Beherea.
Los principios se basan en el nacionalismo vasco, que reivindica una historia de origen milenario propio separado del resto de España en el que Navarra y parte del sur de Francia forman su esencia territorial, pero además con ideología socialista y carácter revolucionario.
Entre sus objetivos también estaban, una vez conseguida la independencia, la creación de un Estado Vasco socialista mediante el ejercicio de la autodeterminación, con el euskera como lengua oficial (actualmente es lengua co-oficial junto con el castellano).
Para conseguir esos objetivos, ETA dividió su actuación en lo que llamó “lucha armada” que consistió en asesinatos, amenaza, chantaje, extorsión y secuestro, mientras otro frente fue el político como promotor de la independencia y del entorno etarra.
Con al menos 829 víctimas mortales (algunas fuentes manejan más) y seis mil 389 heridas, aún quedan resolver unos 312 casos según asociaciones de víctimas.
El periodista vasco Luis R. Aizpeolea, explicó a Notimex que “es el Estado, la democracia la que le gana a ETA por una razón: en 50 años de terrorismo no ha conseguido ninguno de sus objetivos políticos. No consiguió la autodeterminación ni la integración de Navarra al País Vasco”.
En una reciente entrevista, el autor de los libros “Los entresijos del final de ETA” y “ETA, las claves de la paz”, abundó que “es evidente la clara derrota, se acabó y no ha conseguido sus objetivos”.
El frente político de ETA fue ilegalizado en 2003, lo que cerró la posibilidad de contender en elecciones y tener cargos públicos durante algunos años, hasta que años más tarde registraron un partido político que condenaba la violencia etarra y priorizaba su actuación por cauces democráticos.
De acuerdo con fuentes oficiales, en la tregua de 2005 y 2006 ETA pidió al gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero la anexión de Navarra al País Vasco, incluso por encima de otras demandas, algo que tampoco consiguió.
En octubre de 2011, ETA anunció el final de su lucha armada tras largos años de detenciones, descabezamiento de sus estructuras, el acoso policial y judicial a sus comandos, y la cada vez menor tolerancia en otros países a su actividad.
El nuevo escenario se completó con varios procesos de entrega de armas, en 2014, 2017 y recientemente en 2018, lo que consideran un paso necesario para hacer patente que no volverá a la violencia.
Tras su disolución, ETA deja pendiente la situación de 278 presos, de los que 225 presos están en cárceles españolas, 52 en centros penitenciarios de Francia, y uno en Portugal.
Por otra parte, están las decenas de los llamados “exiliados” que son los miembros o simpatizantes de ETA que abandonaron el continente europeo antes de ser sujetos a proceso judicial y una parte de ellos en países como Venezuela, Uruguay, Argentina, México y Cuba. Madrid (NOTIMEX)