El tiempo, el implacable, no se detiene, y el venidero lunes 19 cierra el plazo para los salvadoreños que por casi 20 años han estado a la sombra del Tratado de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés). A decir del cónsul Tirso Sermeño el gobierno del pequeño país hizo todo a su alcance ante su homólogo de los Estados Unidos, esgrimió argumentos, sin embargo sólo consiguió año y medio más para los suyos.
Unos 196 mil salvadoreños están al amparo del TPS en esta nación, la inmensa mayoría de ellos con familiares -hijos- que nacieron en Estados Unidos, su trabajo aquí les ha permitido obtener propiedades, apegarse a las leyes, declarar año con año sus impuestos, y por supuesto, ahora les resulta difícil, en extremo difícil verse privados del beneficio de poder laborar sin temor a la deportación.
Y es precisamente la deportación, esa palabra que miles, millones de persona aborrecen, no quisieran escuchar nunca, la que estará como una espada de Damocles sobre la cabeza de los salvadoreños dentro de unos 18 meses. Será una amenaza constante, un vivir en zozobra, en un estrés perenne.
La reacción de los salvadoreños puede verse por parte, primero casi de inmediato, antes de vencer el plazo, acudieron a renovar su TPS, a estar dentro de lo establecido hasta mediados del 2019, y por otro lado, mientra algunos esperan un milagro, se cruzan de brazos, otros se movilizan, y Sandra Granados es un claro ejemplo de ello.
Granados vino a Estados Unidos hace 17 años, huyendo de la violencia terrible que imperaba en El Salvador, por más de 12 años labora en el hotel y casino Wynn, donde por su abnegada labor se ha ganado el respeto y admiración de todos; ella no espera un milagro, habla, argumenta, exige y defiende sus derechos. Aquí nacieron sus hijas Alessandra, Fátima y Alondra, ella quiere verlas estudiar, graduarse, trabajar, hacer sus familias.
Nosotros, ha esgrimido Granados más de una vez, no mendigamos nada, reclamamos nuestros derechos, lo que nos parece justo, pero necesitamos ayuda, que más personas se sumen, hacernos fuertes, y todos juntos emprender el camino a la residencia.
Recientemente cinco personas de Las Vegas, Granados incluida, viajaron a Washington, no para pasear ni tomarse fotos, fueron para sostener entrevistas con senadores y congresistas, a poner sobre la mesa sus preocupaciones, exigir, y conocer de primera mano qué se está haciendo con respecto a los casi 200 mil salvadoreños. Supieron que ni demócratas ni republicanos hacen algo por ellos... y aprendieron la lección.
Les toca a ellos, solo a ellos, a los afectados, hablar, exigir, reunirse, organizarse, dicho de otra manera el balón está en su bando y les corresponde desempeñar un papel protagónico. A su lado deben ver a nicaragüenses, hondureños, haitianos... nos toca luchar el doble, asegura la guerrera del hotel Wynn, y en lo que a mi concierne, estoy preparada, dispuesta a luchar por lo que nos hemos ganado, lo que nos pertenece. Ojalá su ejemplo encuentre seguidores, su voz tenga un eco que retumbe.