Una costarricense de intenso quehacer en Las Vegas

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Por Roberto PELÁEZ

Ella, de baja estatura, no es ni remotamente de las que se rinde, es más, quienes la conocen manifiestan que no exageran cuando le dicen guerrera; madre de cinco hijas, siente un amor inmenso -apunta- por su país natal Costa Rica, y también por Las Vegas, donde reside hace más de 15 años. “Siento un gran cariño por la comunidad”, expresa.

“Las adversidades se centran en mi desde pequeña, recuerda la inquieta Daniela Camantigue (en la foto a la izquierda) desde niña padezco de miopía y astigmatismo, los médicos que me atienden en Costa Rica nos sugieren venir a los Estados Unidos y tratar de contactar a un especialista destacado... supimos que entonces radicaba en Utah.

”Viajo a este país acompañada de mi papá, entonces padezco ‘catarata’ en los dos ojos, después de mucho esfuerzo conseguimos que el especialista nos atendiera, debo decir que me operan y la cirugía resulta un verdadero éxito, en aquel momento sólo tengo 17 años.

“Muchas de las afecciones de la vista son progresivas, se requiere, por ejemplo, mucho esfuerzo del ojo menos dañado”, explica la costarricense, integrante del denominado ‘Comité Centroamericano’ donde se ha granjeado el respeto y la admiración de sus compañeros.

“Desde hace un tiempo a la fecha, continúa la entrevistada, padezco de separación de la retina en el ojo izquierdo, debo decirle periodista que ése me lo han operado cinco veces y el derecho dos, advierte, ya los médicos me dijeron que la situación es irreversible, no hay mejoría, expresa con tristeza.

“Pero aquí estamos, quienes me conocen saben que no me rindo, es más, considero que los retos están ahí para enfrentarlos... Dios sabe hasta dónde probar a sus hijos, yo no soy de las que saca bandera blanca, soy una guerrera, le repito, no me rindo a pesar de las dificultades”, persiste.

“Desde pequeña, añade, tengo este problema de la visión, que se acrecienta, pero por ejemplo, mi sueño también es superarme, y estudio administración, trabajo por poco más de 10 años en el AEG-LIVE-Caesars Palace Colosseun, de donde debo despedirme precisamente cuando la visión no me acompaña.

“Entre las adversidades, dice, pues los médicos me indican que no conduzca, no esté muchas horas delante de la computadora, no leer tanto (menos si las letras son pequeñas y debo esforzarme)... mi ojo izquierdo es el más enfermo, y eso como le dije provoca que el derecho tenga que hacer un esfuerzo doble, se resiente, pero no me rindo, me gusta sentirme útil”, insiste.

Madre de Samantha (23 años), Alisah (21), Jadalynn (18), Zoeley (15) y Tatiana (12), la entrevistada reconoce que fue una de las tantas adolescente embarazada: “casi al finalizar la high school, apunta, no escucho consejos y salgo embarazada, entonces todo, por supuesto, se torna más difícil, pero usted periodista recuerde lo que le dije... 

”No dejo la escuela, apunta, soy de las que entiende perfectamente que tener educación es como tener poder, nadie puede ‘robarle’ lo que usted sabe, por eso estudio, trabajo, y crío a mi hija mayor... soy de las que se crece ante las zancadillas de la vida, creo que eso lo heredo de mi madre. Me gradúo con honores, señala orgullosa.

 

”Quiero decirle algo, dice, papá era un hombre machista, de esos que defienden que la mujer debe estar en casa, cocinar, limpiar, cuidar a los hijos, atender a su esposo... un machista de marca mayor, sin embargo cuando nos mudamos a los Estados Unidos, mamá con 50 años vuelve a la escuela, aprende inglés, y su ejemplo entonces alcanza a papá, él cambia su mentalidad, ve las cosas desde otro punto, quiere decir que valió la pena, mamá no se rindió”, destaca.

 

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