Por Roberto PELÁEZ
¿Cómo retratar de cuerpo entero, en pocas palabras, a la mujer que tengo delante?
Sé que no pueden faltar tres palabras que para ella resultan mágicas, imprescindibles, son ellas: teatro, bandera, y por supuesto la alegría.
Oriunda de Venezuela, con más de 20 años en Las Vegas, Dalia Suárez reconoce que desde pequeña la atrae el teatro “yo actuaba en la escuela, declamaba, imitaba”, recuerda.
“Algo si tengo bien claro, apunta, en esto del teatro al llegar a Las Vegas, pues aprendo mucho del maestro José Vicente Díaz Otero, colombiano, cada una de sus lecciones es un proceso de aprendizaje, cómo meterse dentro del personaje, la importancia capital de la disciplina y el interés, la voluntad para estudiar el guion una y otra vez... le debo mucho”, reitera.
Cuando sale a relucir su participación en diferentes obras o puestas en escenas, resalta: “he estado ligada ya por 15 años a ‘Los Monólogos de la vagina’, una pieza conocida en casi todo el mundo, pero debo mencionar también otras.
“Ahí están la comedia ‘Se vende una burra’, ‘Casamiento a la fuerza’, ‘El loco de moda’, ‘Cuadros navideños’, ‘Doncellos y doncellas’, ‘La madrastra de Cenicienta’, y otras.
“Tengo que decir, sostiene, que en cada una de esas obras di lo mejor de mí, aprendí del maestro Vicente que hay que darlo todo, hacerse del personaje de pies a cabeza, entregarse como si fuera el último día... eso es lo que nos queda, el resultado al caer el telón, los aplausos, el aprendizaje.
“Para quien se dedica al teatro, la música, la literatura, la pintura, el arte en sentido general, explica, tiene un significado considerable que el espectador se acerque y te pregunte por esta o aquella obra, por tu personaje, entonces lo menos que puedo hacer es agradecer una y otra vez a Vicente.
“Me encanta participar en comedias, soy de las que prefiere siempre reír, comenta, me gusta que me acompañe siempre la alegría, incluso en lo momentos más complejos, cuando invoco a Dios, le pido que envíe a sus ángeles para que me ayuden, prefiero reír, estar alegre”, subraya.
“Estuve también en ‘Se nos armó la gorda’, con una actuación pequeña, pero intervine como asistente de producción, fue una experiencia muy bonita, sostiene, trato de aprender, asimilar lo más posible, consciente de que los conocimientos pueden ser útiles en cualquier momento, y es hermoso tener la posibilidad de transmitirlos, como he hecho por años con muchas mujeres en ‘Los Monólogos de la vagina’, una experiencia tremenda”, expresa.
“De poco sirven los conocimientos si no se les enseñan a otras personas, argumenta, por eso disfruto tanto ‘Los Monólogos de la vagina’, además, por mucho tiempo soñé en hacer algo que uniera a los hispanos del valle, todos somos inmigrantes, y sobre la base de esa aspiración surge la bandera del inmigrante, algo tremendo”, apunta.
Platica de numerosos eventos a los que la invitan “a veces las autoridades, otras los líderes comunitarios que organizan actividades, me piden que lleve la bandera, ella es la que nos identifica, le agradezco a Zory Caldera y Ángeles Freire, que diseñó la bandera, nunca me faltan sus palabras de aliento, y yo les regalo mi alegría”.