Por Roberto PELÁEZ
La noticia sorprendió a muchos. Desde hace mes y medio Maritza Rodríguez (En la foto, tercera de izq. a der.) solicitó su renuncia, con ello pone punto final a su labor como representante de la senadora Catherine Cortez Masto... tras ganarse el respeto y cariño de una parte significativa de la comunidad, la entrevistada de esta semana opta por pasar más tiempo con su familia, con sus hijos, sus nietos, quiere disfrutarlos al máximo.
Tengo delante a una mujer tan alta como sencilla, que puede ser, asegura, pacifista, pero más que todo fiel defensora de lo que considera justo, es un valor que heredé de las enseñanzas de mi madre María Elena Soto Chávez y me encargué de trasmitir a mis hijos, afirma Maritza Rodríguez, una costarricense asentada desde hace varios años en Las Vegas.
Consagrada, aparte de criar a sus hijos, estar siempre presta a brindar un consejo, esta mujer que se dice enamorada de la comunidad hispana en el valle, encabeza durante cuatro años la organización Mi Familia Vota, de donde pasa entusiasmada a la campaña de Cortez Masto, quien gana en las elecciones para convertirse en senadora a instancia nacional. Sé que ella es una excelente defensora de la comunidad hispana, hace mucho por cada uno de nosotros, por Nevada, por eso le brindamos nuestro apoyo en las urnas, enfatiza.
Admiro mucho a Catherine como mujer, como defensora de los intereses de la comunidad hispana, sostiene, en ella tenemos a una aliada valiosa, capaz de salirle al paso a todo lo que afecte a los latinos, es una mujer consciente de cuanto hemos hecho por este hermoso país, resalta.
De mi madre aprendo, recuerda Maritza, a sentir en carne propia las injusticias contra otra persona, a levantarme contra lo mal hecho, a defender lo justo, y vivo muy orgullosa de sus enseñanzas, por eso las trasmito a mis hijos, me llena de orgullo que ellos sean sensibles, se pronuncien a favor de la justicia.
Piarella Peralta, mi hija mayor, tiene un máster en psicología social, habla cinco idiomas, es madre de dos niños; Oscar estudió ciencias políticas y tiene un doctorado en leyes, mientras Pamela cursó negocios internacionales, habla también varios idiomas, dice la entrevistada, y sus ojos adquieren un brillo especial.
Amante incondicional de los estudios, precisa, le enseño a mis hijos la importancia de estudiar, de labrarse un futuro, considero que entre más conocimientos uno tiene, pues menos posibilidades hay de ser víctima, y además hay más opciones de empleo, de salir adelante con la familia, abunda.
Cuando veo a mis hijos actuar, pronunciarse a favor de los demás, exigir lo que es justo, señala Rodríguez, me estremezco, ellos muestran su sensibilidad, lo mismo que aprendo de mi madre, es por eso que me opongo a que alguien ocupe un cargo que no merece; me duele que un trabajador capaz no tenga un salario en correspondencia con la labor que lleva a cabo... y no me engaño, sé que muchas veces defender lo justo tiene un precio, pero hay que estar dispuesto a pagarlo, enfrentar las consecuencias, remarca.
La entrevistada se dice amiga de compartir en familia, más aun en días señalados, ver a la familia reunida, asegura, es una bendición, como ver a los hijos crecer saludables, es algo que todas las madres sentimos muy adentro, verlos abrirse paso, estudiar, trabajar, ser personas de bien, es lo que podemos pedir y agradecer.
Muchas veces los hijos son hombres y mujeres, adultos, pero las madres creemos que aún debemos aconsejarlos, apoyarlos, estar a su lado en los momentos trascendentales como una graduación, un cumpleaños, que son momentos alegres, pero también nos necesitan en situaciones difíciles, es entonces cuando las madres nos multiplicamos, afirma. Estamos listas para cualquier sacrificio.
Quiero que las niñas, las adolescentes, las jóvenes, y también las mujeres adultas estudien, se abran paso, aprovechen las oportunidades, salgan adelante por ellas, por su autoestima, por sus familias, nunca es tarde para aprender, señala y se aleja esta mujer tan alta como sencilla.