Silvia Scrigna... una guerrera no se da por vencida

Por Roberto PELÁEZ   

“No tengo dudas de que hay muchos remedios naturales que pueden usarse para enfrentar disímiles problemas emocionales”, afirma categórica la mujer que tengo delante.

Tampoco yo tengo dudas de que la entrevistada es, de la cabeza a los pies, una guerrera de esas que no se rinde, que no sabe lo que es sacar bandera balnca ante los problemas y obstáculos de la vida, ante los ‘golpes bajos’.

“Cada uno de esos problemas, resalta la argentina Silvia Scrigna, funge como una motivación para aferrarse a la vida con uñas y dientes, empeñarse en salir adelante por la familia, los buenos amigos, por una misma”, argumenta.

Hace poco más de siete años, en el 2012, la entrevistada consigue un triunfo resonante, le gana la batalla a un cáncer de útero que le habían diagnósticado.

“Una de las lecciones que aprendo es a no bajar la guardia, a no darme por vencida nunca, abunda; recuerdo que cuando me entregan los resultados de las pruebas médicas y me hablan del diagnóstico, siento que el mundo se me viene abajo, se imagina, con una madre anciana, de 95 años, ciega... es una prueba muy difícil, son esos problemas en que nos preguntamos por qué a mi, qué pasó, qué hice para merecer esto”, subraya.

“Con medio mundo sobre la espalda, llena de precupaciones, explica, Dios me envía un ángel, sostiene, contacto a una amiga en Argentina, y cuando le digo del cáncer, sólo atina a decirme, tienes que venir a operarte aquí, ya sabes que tenemos muchos problemas, pero los hospitales son gratis.  Su respuesta me sorprende, apenas puedo hilvanar una respuesta ‘hace muchos años no vivo en Argentina, no dispongo de seguro médico ni nada, argumento indecisa. Es gratis para todos, responde mi amiga y me deja sin palabras”, rememora.

“Viajo a Argentina, me pongo en manos de los médicos, precisa; han trancurrido tantos años, puedo decir que lo sucedido es también una excelente prueba de lo que significa la amistad, en mi amiga encuentro a una hermana, nunca le podré agradecer bastante”.

Coloca un marcador dentro del libro que tiene en sus manos, y continúa: “De lo que vivo entre agosto y diciembre del 2012, acota, de todo aquello de mi enfermedad, de la estancia en el hospital, prefiero traer a mi mente ideas positivas, considero que con mi amiga gano a una hermana; reflexiono sobre el desvelo y profesionalismo de los médicos, en los años en que gracias a Dios disfruto a mi madre, en el apoyo de mi esposo y mis hijos”, enfatiza con un brillo especial en la mirada.

”Doy gracias porque tengo fuerzas para vivir, ayudo en asuntos de inmigración, aconsejo a la gente que necesita estar informada, dice optimista; reconozco que todos tenemos problemas, de un carácter u otro, pero hay personas que tienden la mano... prefiero -dice- me siento a gusto por estar en el grupo de quienes pueden dar un consejo, informar, sugerir lo que es mejor, sea para algo relacionado con la salud, a través de la terapia con flores, o colaborar a fines de año para ofrecer cenas a personas necesitadas.

“Sí, leo mucho sobre diferentes asuntos, y me apasiona esto de la homeopatía, sobre todo en lo relacionado con las flores, las pequeñas dosis que se utilizan para prevenir o combatir determinada enfermedad, es algo que me apasiona. 

 

“Recuerda lo que le dije al principio, pues hago las llamadas “Flores de Bach” que son una serie de esencias naturales que empleamos para tratar situaciones emocionales, desde la soledad, el miedo, la ansiedad, la desesperación, la obsesión... es bonito, más bonito aún cuando vemos que el paciente mejora”, apunta y tiende la mano para despedirse.

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