Regina Orozco no solo canta, también actúa, produce, dirige y selecciona, es amante de la naturaleza y de los perros, por eso tiene ocho y todos son adoptados. Asegura ser metiche, porque se mete en aquello que sea arte y, sobre todo, es una mujer plena e inmensamente feliz.
Recién cumplió 55 años y le sopló a todas las velas de su pastel. Es poseedora de una de las sonrisas más francas en el medio del espectáculo, pero también destaca por ser uno de los talentos más consagrados y propositivos en México.
Regina del Sagrado Corazón Orozco Mora nació en la Ciudad de México un 18 de febrero de 1964. Es la menor de cinco hermanos. Contaba con apenas siete años cuando sus padres decidieron cambiar su residencia a la entonces Ciudad Satélite en el Estado de México.
Cercana a su casa se hallaba una iglesia en donde los afamados Hermanos Zavala no solo fungían como el coro oficial de las misas, también montaban obras musicales de teatro durante el Verano y, al verlos, Regina supo que cantar y actuar es a lo que quería dedicarse por el resto de su vida.
“Desde los siete años yo dije: ‘Es un paraíso estar acá arriba’, y entonces, me seguí y me seguí”, declaró a Notimex durante una entrevista desarrollada al aire libre, en medio de un parque. Son sitios donde Regina halla la paz y surgen las ideas para seguir creando, pero también donde la topan sus seguidores y la saludan con emoción y entusiasmo. Ella siempre les responde de la misma manera.
Su primera incursión en el espectáculo fue al lado de uno de sus hermanos, a finales de la década de los 70. Lo hizo a ritmo del cabaret francés del siglo XIX mediante la revista musical “Ilusión”. El sacerdote de la iglesia fue quien los dirigió.
“Mi hermano y yo éramos dos niños que viajábamos por el mundo a través de los bailes, mientras que mis hermanas y la chaviza de Satélite bailaban cancán y hawaiano. Fue algo muy naif, muy simple, pero yo era muy feliz. Me acuerdo que se me olvidaban los diálogos y mi hermano se contestaba solito”, platicó la actriz entre risas.
Regina cursó la escuela convencional hasta el grado de preparatoria. A la par de sus estudios tuvo la oportunidad de ingresar a los 14 años al Conservatorio Nacional de Música.
Después estuvo en el Foro EON con Hugo Argüelles y Sergio de Bustamante; en el Centro Universitario de Teatro (CUT), donde Ludwik Margules y Julieta Egurrola impartían clases, y en la escuela de música Juilliard en Nueva York.
“Jesusa Rodríguez llegó y me dijo: ‘Hay una obra de teatro fantástica en la que se canta ópera’. Yo ya estudiaba ópera y pedí permiso para que me dejaran trabajar, pero mis padres me dijeron que no, que trabajaba o estudiaba. Que si quería trabajar, tenía que irme y me fui, por lo que nunca acabé la escuela”.
A su mamá nunca le agradó la idea de que Regina incursionara en el teatro y el cabaret, aunque sí aceptaba la ópera como opción. Sin embargo, ella quería comerse el pastel completo y no solo una parte de todo lo que podía aprender y experimentar.
De modo que el espaldarazo inmediato vino directamente de su padre. “Él me dijo que me apoyaría en lo que deseara hacer y así fue todo el tiempo. A mi mamá le dije que no podía dedicarme solo a la ópera porque me gusta hacer reír a la gente”.
Al concluir la carrera de música, en la Juilliard de Nueva York, la cantante tenía 27 años y ya se había convertido en madre de la pequeña Sol Bañuelos, producto de su matrimonio con el pianista Isaac Bañuelos.
La invitaron a realizar una carrera de ópera en Alemania, pero rechazó la oportunidad y volvió a México para abrirse en otras facetas del espectáculo.
Compaginar la maternidad con su carrera fue demasiado complicado. “Me llevaba a Sol a todos lados. Es una niña muy independiente, a veces tenía que trabajar e irme, hubo momentos en que me ausentaba hasta por tres semanas, pero no la abandonaba. Hoy en día le gusta mucho esto de la música”.
Su hija de 27 años tiene estudios en clavecín, piano y canto, pero también se probó como chef y en pedagogía. En la actualidad imparte clases de canto y es compositora de varios temas. Fue en la obra “Sin permiso y sin popote” donde ambas unieron sus talentos.
“Ahora trabajamos muy bien, pero antes teníamos conflictos porque la comparaban mucho conmigo y eso no es muy agradable. Hoy asume que así es y que es la opinión de la gente, no la nuestra. Es muy gozoso trabajar con ella, a veces me parezco a la mamá de Lucerito ya que le digo: ‘¿Por qué no haces esto o lo otro?’, y me responde: ‘No, mamá, yo voy a decidir”.
La oportunidad de trabajar en cine llegó para Regina Orozco en 1991 de la mano del galardonado director mexicano Alfonso Cuarón y a través de la película “Solo con tu pareja” en la que interpretó el personaje de “Srta. Dolores”.
“Alfonso era un amigo que iba al teatro-bar El Hábito donde yo hacía cabaret y su novia estaba de mesera ahí. Llegaba y me preguntaba cómo iba. Estábamos creciendo, me invitó y luego cada quien tomó su camino”.
Carlos Carrera, Alberto Isaac, Álex de la Iglesia, Teresa Suárez, Alejandro Springall e Issa López son otros directores con los que ha trabajado, pero fue bajo la dirección de Arturo Ripstein que halló al que considera es el personaje más importante en sus más de 40 años de carrera.
Se trata de “Coral Fabre” en “Profundo carmesí” (1996), y por el que ganó el premio Ariel a la Mejor Actriz y fue nominada en la misma categoría en el Festival de Venecia. México (NOTIMEX)