Por Roberto PELÁEZ
“Algo que quiero compartir con la comunidad hispana es que a pesar de que la vida me ha puesto a prueba no me he rendido y siempre trato de encontrar la forma de seguir adelante”, resalta Pierre Rodríguez, oriunda de Yucatán, quien reside en los Estados Unidos desde 1979.
“Soy la quinta de seis hermanas, señala, papá llega a este país allá por los años ‘60, luego trajo a mamá (Agustina Sosa) e inician los trámites migratorios para que nosotras viniéramos en busca de un mejor futuro.
“Papá fallece durante el proceso, apunta, y le toca a mamá trabajar para hacer realidad el sueño de él que siempre quiso que estuviésemos aquí; mamá pasa mucho trabajo, por aquella epoca no sabe leer ni escribir... le echa muchas ganas y consigue traernos hasta Los Ángeles, California.
“Trabaja en la costura, le pagaban muy poco, recuerda la entrevistada, entonces comienza bien temprano y sale del trabajo muy tarde, le pagan por pieza”, añade.
“Al llegar a este país mamá nos matrícula en la escuela, sostiene Pierre, hace mucho hincapié en nuestra superación para que no enfrentemos la misma situación que ella; al principio se me hace difícil asistir a la escuela por el idioma, no puedo pronunciar bien el inglés, se burlan de mi y eso me hace sentir mal, prosigue, pero eso me da fuerzas, tengo muchos deseos de comunicarme, y en un año aprendo, eso es indispensable para progresar y salir adelante”, subraya.
“Mamá tiene dificultades, pero aun así demuestra su fuerza, aprende sola a leer y a escribir, me doy cuenta de lo mucho que sufre, su esfuerzo enorme para traernos; consigo graduarme de la preparatoria y entro a un colegio vocacional, tomo clases de Administración de Empresas hasta recibir mi certificado, y trabajo para ayudar a mamá con los gastos de la casa”, enfatiza.
“A finales del siglo pasado contraigo matrimonio, tengo cuatro hijos, señala, junto a mi esposo empezamos una compañía y entregamos mercancías a tiendas de ropa, pero en el 2008 se pone muy mala la economía y nos vamos a bancarrota.
“Entonces nos enteramos que mi esposo tiene una enfermedad progresiva, él siempre quiso me preparara para una emergencia, cualquier imprevisto, insiste en que estudie... él tampoco tiene la posibilidad de estudiar por ayudar a sus padres; voy al colegio cuatro años y obtengo mi licencia de maestra de pre kinder.
“Trabajo como maestra por un año hasta que nos mudamos a Salt Lake City, Utah, dice, pues a mi esposo se le dificulta encontrar trabajo en California, sólo consigue de manera temporal, entonces hacemos las maletas y... a Las Vegas. Mi esposo trabaja de troquero, hace entregas a los casinos, entro al Distrito Escolar, parte del tiempo como sustituta y por las noches laboro en una bodega.
“Años después, añade, se enferma mi esposo y los doctores le dan 48 horas de vida, está en coma un mes, gracias a Dios se recupera pero desafortunadamente ya no puede trabajar; soy la única proveedora de ingresos, obtengo una posición permanente en el Distrito Escolar, precisa, es un proceso difícil para mi y mi familia sin embargo estoy agradecida por haber ido al Colegio y obtener una carrera.
“Es importante ir al colegio o a una escuela vocacional para obtener una carrera, destaca, al estar educados nos da la capacidad de obtener un mejor empleo; mi esposo fallece en el 2015, nuestros ahorros se habían agotado durante su enfermedad... es muy importante tener un seguro de vida.
“Tengo en mi mamá un ejemplo, ella sale adelante adelante sin saber leer y escribir; hay muchas mujeres allá afuera que están solas, batallan para poder sacar a una familia adelante, quiero decirles que no se den por vencidas, que crean en la capacidad que tienen para hacer grandes cosas; no dejen que el miedo a fracasar las desanime, ni dejen que las críticas de los demás las paralicen”, sentencia.