Para ser una “mujer de humo” no se necesita haber heredado las técnicas ancestrales para la preparación de platillos totonacas, sino haber nacido con estrella para sentir y amar cada uno de los colores, sabores y texturas que da la madre naturaleza, señaló la cocinera tradicional totonaca Martha Soledad Gómez Atzin.
A sus 55 años, Gómez Atzin ha logrado poner en alto el trabajo de las cocineras tradicionales totonacas, conocidas como “mujeres de humo”.
Y es que ella ha sido nombrada embajadora de México por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) a fin de promover la gastronomía totonaca en el extranjero.
Pero nana Martha no sólo comparte sus conocimientos en el exterior, sino también en comunidades cercanas a la suya a través de la Escuela Casa de la Cocina Tradicional del Centro de Artes Indígenas (CAI), donde atiende a todo aquel que desee conocer las milenarias recetas.
“A mi nadie me obligó a dedicarme a la cocina, desde niña veía a mi abuela en la cocina y me sorprendía cómo convertía toda esa materia prima: verde, roja, amarilla en comida, como a través de su magia nos sentíamos felices y satisfechos”, recordó la cocinera con gran emoción.
De acuerdo con Gómez Atzin, su abuela se levantaba muy temprano, “como a las 4:00 de la mañana, pero eso sí se dormía a las 19:00 a más tardar, y se levantaba a bañar, peinar y luego, luego a limpiar su cocina para comenzar a trabajar”.
“Desde los 9 o 10 años yo me considero una cocinera porque aunque la mayor parte del tiempo sólo veía como cocinaba mi abuela, yo le ayuda. Desde que olí el humo, amé la cocina”, compartió con gran nostalgia.
Sin embargo, su vida no fue fácil ya que recuerda haber sido una niña sola y con muchos miedos, pues sus padres no la criaron, fueron sus abuelos.
“Siempre he dicho que la soledad y el miedo me hicieron acercarme a la cocina, tenía mucho tiempo sola porque mis abuelos tenían que trabajar, así que poco a poco fui comenzando a entrarle, primero jugando y luego ya desarrollando el olfato, el gusto (…) pronto me di cuenta de que yo era parte de ese espacio que era de mi abuela”, agregó.
De niña la mandaron a la escuela pero nunca le gustó. “Aprendí algunas cosas pero siempre quise regresar a la cocina. Yo creo que es algo que uno trae ya desde que nace porque mis dos hijas también son cocineras, mi hijo es panadero y mis nietos ya empiezan a entrar a la cocina”, comentó.
“Eso sí, esto no se hereda era así como así, uno ya trae su estrella, naces y tú ya traes qué te gustaría ser, desde alfarera, bordadora o cocinera”, dijo Martha con singular alegría, quien porta con orgullo su traje típico.
Con más de 45 años dedicados a la cocina tradicional, la indígena totonaca se considera una mujer llena de conocimientos, que desea compartir a través de talleres para niños y jóvenes de Veracruz y también para los chefs que les interese aprender la riqueza de la cocina totonaca.
Por eso, cada fin de semana recibe de 20 a 25 alumnos en la Escuela-Casa de la Cocina Tradicional del CAI.
“Es muy bonito poder compartirles todo lo que nos enseñaron nuestros antepasados porque luego ese conocimiento viaja a otras partes cuando ponen sus restaurantes pequeñitos o hay quienes siguen compartiendo a otros lo que aprendieron”, expresó la originaria del Rancho La Unión San Pablo, en Papantla, Veracruz.
Finalmente, Martha Soledad Gómez Atzin sostiene que el misticismo de los sabores y colores de la gastronomía totonaca (propios de la naturaleza de Veracruz) no puede describirse, pero sí saborearse. Papantla (NOTIMEX)