Un reducido grupo de mujeres de la provincia de Talca, en el centro de Chile, decidió organizarse hace 33 años para proteger y defender a la población femenina que vivía atada a la violencia doméstica y sexual entre cuartos de madera, sin luz ni agua, ni oportunidades. Así surgió la Casa de la Mujer Yela.
Los inicios de esta organización eran también los tiempos de la dictadura del Augusto Pinochet, la del régimen militar que en 1986 ofrecía trabajos precarios a la gente que llegó al barrio norte de Talca, cuya población ahondó más su pobreza al sumergirse entre los vicios del alcohol y la droga.
Hace más de 30 años, la situación económica era muy precaria, más en el sector donde nace la Casa de la Mujer Yela, que eran campamentos en terrenos tomados donde hicieron cuartos de madera de mala clase, sin servicio de agua ni luz, y se usaba pozo séptico pra el servicio sanitario.
En la zona, los pobres no tenían otra opción de vivienda, las familias eran muy numerosas, sin estudios, y en esa situación “Talca era la región más vulnerable” del país, afirmó en entrevista con Notimex Leonarda Gutiérrez Bravo, directora y fundadora de Casa Yela.
En las malas condiciones sociales, las mujeres padecían violencia doméstica y sexual. Todos los casos de violencia hacia las mujeres son muy significativos, dijo, pero hay dos que fueron emblemáticos en Talca en los cuales la Casa Yela estuvo en lucha.
En el primero, una mujer fue rociada con bencina (gasolina) y le prendió fuego a su pareja, por lo que detuvieron al agresor, pero a los cinco días la jueza de la Corte de Apelación lo dejó en libertad por falta de mérito.
El grupo de mujeres de casa Yela convocó a todas las organizaciones de la séptima región y también a todos los medios de comunicación nacionales a una conferencia de prensa frente a la Corte.
Al terminar la conferencia de prensa, les llamó el jefe de la Unidad de Víctimas de la Fiscalía Regional, quien las recibió en su oficina y les informó que acababa de dar la orden de detención del agresor, a quien después le dieron una pena de cinco años de prisión.
El otro fue el nombrado caso de la motosierra, donde el tío abusaba sexualmente de su sobrina, quien en su defensa salió la matrona de un consultorio cercano a su domicilio y advirtió al agresor que lo denunciaría si no dejaba de abusar de la víctima.
Entonces, el agresor ingresó al domicilio de la matrona usando una motosierra para atacarla y le amputó una mano y le lastimó la espalda, sin embargo, al ser detenido, lo declararon enfermo mental, lamentó Gutiérrez Bravo, al referirse al difícil y duro despertar de la sociedad de la situación de violencia contra la mujer.
Crecimiento de la Casa de Mujeres de Yela y de Talca
Talca, cuyo significado es “sitio del trueno”, que provine de la palabra Tralka, hablado por los nativos mapuches, es una de las provincias de la región del Maule de gran historia, donde el libertador Bernardo O´Higgins Riquelme firmó el Acta de Independencia en 1818.
La principal actividad de Talca es la agrícola, con la siembra de trigo, además de arroz y otros granos, mientras que en el sector frutícola esta zona ubicada en el Valle Central de Chile destaca en la producción vitivinícola.
En el tiempo en que estaban exacerbadas las injusticias sociales por la dictadura de Pinochet, la vida precaria y la violencia doméstica, un grupo de 12 mujeres, entre ellas Leonarda Gutiérrez Bravo, encabezadas por dos religiosas: Yessica y Laura, formaron el Grupo Yela, tomado de las dos primeras letras de esos nombres.
Con las hermanas de la congregación cristiana Maryknoll, su comedor popular y las pobladoras de la zona surgió la organización femenina para crear conciencia en las mujeres contra la violencia doméstica y sexual y para participar en la política local contra la dictadura por mejores condiciones de vida y democracia.
El grupo participó en marchas, realizó talleres y empezó a proporcionar refugio a otras mujeres y a sus hijos, en un movimiento feminista, social, que inspiró a mujeres en Chile y en el mundo, para decir “no más” a la violencia, señala Hillary Hiner en su libro “Violencia de género, pobladoras y feminismo popular. Casa Yela, Talca (1964-2010)”.
Desde los años 90, las integrantes de la organización de Yela son reconocidas como “pioneras” en la lucha contra la violencia femenina, quienes además cuentan desde 1995 con su propia casa, con la ayuda de una ONG suiza, anota la obra presentada este año en Chile por Tiempo Robado Editoras.
La directora de la Casa de Mujeres Yela precisó que en estos momentos tienen problemas de financiamiento económico para el buen funcionamiento, ya sin los recursos de la ONG suiza y además porque el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género chileno abrió sus propios centros públicos.
El grupo espera contar con los recursos económicos para seguir con el buen funcionamiento, retomando el objetivo principal que es denunciar, acoger y proteger a las mujeres con sus hijos que están viviendo violencia en sus hogares, con el apoyo de voluntarios médicos, abogados, psicólogos, mediadores familiares y asistentes sociales, entre otros.
Crecer con la experiencia de vida de cada mujer
Leonarda Gutiérrez Bravo expuso que durante la trayectoria de la casa YELA han proporcionado apoyo a miles de mujeres víctimas de violencia, de las que en un estimado han superado bien la situación el 60 por ciento y el resto regresa con sus agresores por la parte económica y el vínculo con los niños.
En Talca las parejas se unen en convivencia, muchos se conocen en sus trabajos de temporada en el campo y en esta época viven juntos desde los 16 años en adelante, lo que además genera muchos embarazos juveniles y mamás solteras.
A pesar de las relaciones a temprana edad, en estos momentos las mujeres son defensoras de sus derechos, luchadoras y trabajadoras, ya que antiguamente eran sometidas, sumisas y muy dependientes del hombre en lo económico, destacó.
Si hay cambios, se logró que hubiera más comunicación entre las parejas y que las mujeres no fueran tan sumisas, debido a que antes tenían mucho miedo a denunciar la violencia porque dependían de sus maridos o parejas.
Las mujeres ahora han dejado de lado los miedos que por años las tuvieron oprimidas, han cambiado en su desarrollo personal, valoración, la mayoría ya no dependen de sus parejas, además de que cualquier situación de violencia es denunciada porque saben que tienen protección, subrayó.
En Talca ha habido muchos cambios y modificaciones a través de viviendas dignas que cuentan con luz, agua, baño, iluminación en las calles, además de mayores oportunidades de trabajo y estudios, para niños, jóvenes, adultos y adultos mayores. México (NOTIMEX)