Mis padres son mi mayor inspiración: Valerie Martínez-Gutiérrez

Por Roberto PELÁEZ

Desde que estaba en la Western High School sabía que mis padres no disponían de dinero para costearme estudios superiores, sin embargo ellos me entregaron lo mejor: su aliento constante, su apoyo incondicional.

Platico por más de una hora, sin embargo los ojos de Valerie Martínez-Gutiérrez adquieren un brillo especial cuando menciona a Ana y Arturo, ellos son mi todo, dice, nunca me han fallado, me inspiran

a seguir adelante, a no detenerme ante los obstáculos, significa.

La entrevistada obtuvo, tras dos años de estudios en el Colegio del Sur de Nevada (CSN), un Asociado en Arte. Supe que en el CSN ayudan mucho a los estudiantes, afirma, al graduarme de high school no lo pensé dos veces, vine al Colegio a matricular, pero de inmediato salí a buscar trabajo, hubo un momento en que aparte de estudiar tenía dos empleos... eso exige sacrificio, pero nunca pensé tener delante de mi un camino de rosas, asevera. Nadie me dijo que iba a ser fácil.

Sabe, comenta, en la comunidad hispana hay muchas personas -jóvenes sobre todo- con deseos de avanzar, de salir adelante, de ir a la universidad, sin embargo eso no pasa de ser un sueño, pues no tienen al lado a familiares, amigos, vecinos, que motiven, toquen las fibras íntimas, y claro, tampoco los recursos, entonces todo no pasa de ser exactamente eso: un sueño.

Precisamente por eso valoro tanto el aliento de mis padres, sostiene, el apoyo de mis hermanos, que también quiero vengan al CSN, y que lleguen más lejos que yo.

La otra familia

Nací en Los Ángeles, California, rememora la recién graduada, mis padres son de Jalisco, México, y desde los nueve años resido en Las Vegas.

Claro que estudiar y trabajar no es fácil, enfatiza, requiere más dedicación, compartir bien el tiempo, cohibirse de muchas cosas, pero cuando una encuentra profesores asequibles, amables, deseosos de enseñar, de ayudar, entonces se siente un alivio, la carga no es tan pesada, apunta.

Y esos profesores los encontré -los encontramos muchos estudiantes- en el CSN, puedo asegurar que son como una extensión de la familia, siempre prestos a explicar, a orientar, a ayudar, a dar un consejo oportuno, indica.

Ahorita voy a proseguir mis estudios en la Universidad de Nevada Las Vegas (UNLV) en algo relacionado con Servicios Humanos... no tengo nada contra la UNLV, afirma, pero si pudiera cursar la carrera en el CSN me quedaba, más que todo por lo que le decía del claustro de profesores, del personal de apoyo, de las facilidades; quiero que mis hermanos también pasen por aquí.

A una pregunta de El Mundo, responde casi sin pensarlo: qué si es lindo lo que voy a estudiar en la UNLV, si me gusta, creo que es sobre todo muy humano.

Hay muchos niños abusados, añade, pequeños discapacitados, con diferentes traumas, que necesitan ayuda, una palabra que los anime a seguir, a luchar, a no rendirse nunca; precisan de una persona, asegura, que les explique que pese a todo el mundo no se les viene encima; por el contrario, el mundo pertenece a los valientes, y ellos pueden ser los que hagan la diferencia.

 

Si alguien le pasa el brazo por encima de los hombros a uno de esos niños, le dice que tiene todo para pelear por la vida, para sobresalir y ser un ganador... yo quiero ser ese alguien, finaliza.

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