Por Roberto PELÁEZ
La mujer que tengo delante, delgada por más señas, se retrata de cuerpo entero cuando afirma: “enfrento con responsabilidad el exigir por la educación, una tarea que debemos asumir con entera dedicación... no se puede criar hijos para una o para la familia sin pensar en la sociedad, es así de sencillo”.
María D. Romero, convencida de que la educación es una herramienta clave para el presente y el futuro, sale en el 2009 del oriente de Cuba rumbo a Estados Unidos, específicamente a la ciudad de Las Vegas para lo que llama ‘reunificación familiar’.
“Viajo con una pequeña maleta donde el mayor espacio lo ocupan libros, clásicos de la literatura mundial, esos amigos de siempre, de los que no podemos desprendernos (Shakespeare, Hemingway, Emile Zola, Honorato de Balzac, Twain, Faulkner, Borges, Martí y García Márquez), leerlos -dice- es como volver a la escuela una y otra vez.
“Muchas veces trae consigo un mal entendido el platicar de educación y pensar que ésta se limita a ir a la escuela, leer, aprender, ir a la universidad, sin reparar, argumenta, en la amabilidad, el respeto, la cortesía, la caballerosidad, la solidaridad, el ser agradecidos, y no tengo dudas, muchas de esos valores se aprenden en casa, se ‘toman’ de ese patrón que son los padres”, enfatiza.
Con el rostro serio externa: “Créame que no faltan quienes cuando una se refiere a igualdad de salario por el mismo trabajo, que se trate con respeto a un hombre y a una mujer, pues de inmediato se las ‘arreglan’ para dividir a partes iguales las labores más difíciles y pesadas de la casa... ‘como queremos igualdad’, sostienen, hay para todos los gustos”, comenta.
“Sabe, prosigue, me gusta mucho esa frase que dice: ‘cuando un esposo trata a su esposa como una princesa, es que de niño lo educó una reina’, tiene mucho que ver con la educación familiar, más aun de los padres”, destaca.
“Veo con frecuencia, advierte la entrevistada, que muchos padres hispanos se preocupan porque sus hijos hablen inglés, entiendan al maestro, lo ayuden en las tiendas, a la hora de solicitar un documento, pero entre ellos la comunicación es poca porque uno habla español y el pequeño inglés, ahorita con las clases en casa, apoyados en la tecnología, hay que hacer un esfuerzo enorme y quizás (es probable) que sea un desastre, ojalá que no.
“Hay muchos padres, abunda, que apenas saben leer y escribir, entonces no le platican a sus hijos de educación, metas, aspiraciones, de un mejor futuro, basado precisamente en leer, educarse, graduarse, ir en busca de un horizonte inimaginable para sus progenitores... me alegra que cada año vayan más hispanos a las universidades, sin embargo lo más relevante es que consigan concluir sus estudios, sean personas de bien, sus vidas no giren alrededor del dinero, que no pongan a un lado la amabilidad, el deseo de ayudar, sus raíces”, remarca.
“Claro que estos son momentos para preocuparse y ocuparse por la educación escolar, hay muchos niños sin los equipos necesarios de manera que atiendan correctamente las lecciones virtuales, que sus padres puedan transmitir al maestro y sus asistentes las inquietudes, las dudas, y éstas, si no se solucionan, cada vez son más grandes”.
Menciona a George y Diana, sus hijos, el primero profesor de educación física, ella maestra de piano... “los criamos para la familia y también para la comunidad, vivo orgullosa de ellos, estamos muy agradecidos de las posibilidades que nos brinda este país, la primera de ellas es poder avanzar sobre la base del trabajo, del esfuerzo personal, de la dedicación; es importante enseñarle a los hijos a no rendirse, porque adversidades van a enfrentar siempre, los obstáculos no faltan, pero urge crecerse”, sentencia.