Malú Huacuja del Toro Nueva York, en el centro de la tormenta viral

[Con la novelista, dramaturga y guionista de cine Malú Huacuja del Toro (Ciudad de México, 1964) conversamos sobre la enfermedad mundial, ella desde Nueva York, exiliada allá voluntariamente desde hace dos décadas. Malú tiene libros de novela policiaca, de ciencia ficción, sobre asuntos fílmicos, de crónica, de cuentos… Con la escritora era ineludible el tema de las mafias culturales, porque precisamente fueron éstas las que la orillaron a vivir fuera del país]

“Toda decisión tiene un precio…”

Muchas calamidades te orillaron a radicar en Nueva York, Malú. Más allá del amor, influyeron las mezquindades literarias que te sumieron en hondas reflexiones. ¿Las infamias culturales se alojan en cualquier parte, sin importar creencias, ideologías o partidismo político? En estos momentos, por ejemplo, vives en el mero centro del huracán sanitario…

Efectivamente, nosotros no nos quedamos en Nueva York porque fuera bonito: claro que es una ciudad bella, pero para pasear, no para vivir. Si no eres millonario (o arrimado a un millonario), la cotidianeidad dentro de la tarjeta postal que se ve desde fuera es sumamente hostil y deshumanizada. Por eso durante tantos años mandaba a México para el espacio que tú dirigías, generosamente invitada por ti, una columna que se llamaba “Antipostales de Nueva York”. La verdad es que fue una decisión política y estratégica, más que romántica: nos quedamos aquí porque desde este punto geopolítico yo tenía más movilidad para seguir denunciando lo que siempre he denunciado, escribiendo lo que otras escritoras poderosas de mi generación ocultaban en México y abriendo los espacios que otros y otras cierran en el quehacer artístico y cultural en nuestro país. Ahora mismo, 20 años después, esto sigue siendo verdad: apenas ayer [miércoles 15 de abril] anuncié los resultados de una selección de muestra de cine feminista (FemiNYsta–Filming Eve Multicultural & Intersectional / NY Screenings To All), que organicé en estos tiempos de construcción de muros y patrullas fronterizas antiinmigrantes, tendiendo verdaderos puentes entre mujeres cineastas y artistas de México y Estados Unidos, derrumbando las barreras de la xenofobia y el racismo, sin ayuda de ninguna institución ni fondos de nadie, en un lugar que me prestaron porque ya conocen mi trabajo de crítica política y feminista. Contamos con la participación de mujeres cineastas de Turquía, Sri Lanka, Italia, Francia, Croacia, Colombia, Canadá, Reino Unido y Suecia, entre otros países. Y poco antes de que estallara la pandemia se estrenó en México la película feminista Rencor tatuado de Julián Hernández con guion mío, que es una historia que comencé a escribir hace 20 años inspirada en los policías violadores en la Ciudad de México, y que en 2020 cobró una lamentable vigencia. Es algo que no habría podido lograr si no me hubiera mantenido viva y con movilidad.

“Toda decisión tiene un precio y yo lo pagué, pero hasta el momento ha demostrado que sirvió a un propósito. Es muy emocionante poder brindar un pedacito de esperanza y la alegría de la comprensión no sólo a mis compatriotas, sino a tantas mujeres feministas de todo el mundo en un momento tan desastroso. Sobre todo en tiempos así, en medio de tanta muerte. Es una forma de abrazarnos a la distancia en un momento en que salir a la intemperie es, literalmente, cuestión de vida o muerte, sobre todo aquí en Nueva York, ya el epicentro de la pandemia. Es sumamente difícil, insoportable, a veces, lo que estamos pasando, y precisamente por lo mismo la cosecha artística cobra otro sentido para quienes nunca dejamos de trabajar y siempre supimos que llegaría el invierno.

“Por lo demás, es curioso que tanto haya yo escrito narrativa de ciencia ficción política y termine viviendo en una distopía similar a la de mis historias. Quizás por eso no me sorprende. Es como si estuviera viviendo dentro de alguna de mis novelas, Un Dios para Cordelia o Crueldad en subasta. Ya nada más falta que me plagien mi propia experiencia”.

Adentro de una película de ciencia ficción

En estos momentos Estados Unidos, en efecto, es uno de los países más agravados por la epidemia mundial, el centro de una narrativa de ciencia ficción, como en tus novelas. ¿Cómo vive esta atroz circunstancia una novelista mexicana radicada en Nueva York como tú?, ¿la enfermedad hace mirar más allá de las fronteras?, ¿la escritura se detiene, Malú?

Digo que estamos viviendo dentro de cualesquiera de las muchas películas de ciencia ficción que se han hecho sobre pestes, bombas nucleares y cambios climáticos en Nueva York porque la ciudad está desierta y salir a la calle es, literalmente, un asunto de vida o muerte, igual que si el aire fuera radioactivo, como en la ficción. Aunque Paty Navidad no lo crea (yo tampoco me creo que ella se llame así), es verdad que los hospitales y las fosas comunes están rebasados, que lo único que se escucha día y noche son sirenas de ambulancias y que los camiones refrigeradores de cadáveres ya no son suficientes. Ya todos tenemos un amigo o conocido cercano que ya perdió a alguien muy querido o que ya está llorando la muerte de un familiar.

“Además, no es sólo a la muerte a lo que se le teme, pues es una enfermedad muy dolorosa. Un amigo cineasta documentalista, escéptico, ateo, muy cercano y entrañable, al que le traduje una película al español, tiene Coronavirus y, como buen realizador, estuvo transmitiendo su agonía en el hospital. Didáctico él, nos mostró cómo se quedó abandonado en la sala de emergencias toda una noche, casi muriéndose, porque verdaderamente los hospitales no se dan abasto, y el proceso del virus que consume tus pulmones, aunque lo sobrevivas, es un verdadero martirio. Nadie quiere pasar por eso: aunque no se muera uno.

“De modo que salir a la calle, aunque sea sólo para conseguir algo de comer, se hace con la conciencia de que cualquier error de protección te puede costar la vida. Y digo que además parece novela mía porque no es una película hollywoodense en la que una familia blanca y rica pierde al perrito: la realidad impone su propio comentario político y social sobre la profunda desigualdad de la riqueza, pues los multimillonarios y los oligarcas se fueron a sus casas de campo mientras aquí se queda atrapada la gran mayoría de la población que trabaja para ellos; esto es, mexicanos e inmigrantes en general de todo el mundo. Y como viven hacinados en departamentos pequeñitos para ahorrar la renta y mandar dinero a sus familias, están infectándose por montones. Y como son indocumentados, no tienen seguro médico ni acceso a las pruebas. Y aunque lo tuvieran, ¿qué caso tiene atenderse si no hay cura y los hospitales están rebasados?

“El presidente Trump, que ganó la presidencia con un discurso de odio hacia los inmigrantes, desmanteló el Directorio de Seguridad Nacional especializado en pandemias para dar exenciones de impuestos a los millonarios”.

La disolución de la oficina especializada en pandemias

Pareciera que esta enfermedad mundial va a favor de sus propuestas racistas. Obama acaba de declarar que esta calamidad ya se veía venir por la gente desinteresada en la problemática del calentamiento global. Y ya sabemos quién no cree en estos asuntos terrenales. El cuadro que puntas, Malú, es aterrador: contrariando a Darwin, la eliminación de las especies es debido a la tasa del poder económico que mantengas en la sociedad. Por eso Estados Unidos ahora huele a muerte por descuidos visiblemente políticos…

De hecho, Trump disolvió la oficina especializada en pandemias porque la creó Obama. La ironía es que el actual presidente norteamericano debe su triunfo y su popularidad a su discurso de odio contra quienes en la pandemia son considerados “trabajadores esenciales”: los mexicanos, los hondureños, los guatemaltecos, los chinos, precisamente. Es increíble…

Nueva York, Malú, es prácticamente ahora la segunda ciudad que te cobija en el mundo. Pese a las evidencias de la discriminación y el racismo acuñados en Estados Unidos, la cultura se mueve acaso de manera más democrática que en otras naciones (la muestra de cine feminista que acabas de organizar hubiera sido más difícil de llevar a cabo de haberla realizado en la Ciudad de México, me parece), ¿pero cuando se desata esta furia pandémica qué acontece en la atmósfera artística?

Sí. La otra Nueva York, la rebelde, es la que me cobijó pues a pesar de todas las dificultades económicas, aquí es donde se cocina la contracultura, de la cual siempre he formado parte. El resto del país, pues en gran parte es el que votó por el Demonio Anaranjado, como yo le llamo al emperador. Pero aquí, en realidad, no hay más censura que la económica, ya que es una de las ciudades más caras del mundo. Los locales y los materiales para los proyectos tienen precios prohibitivos. Yo tuve acceso a este espacio a un costo accesible porque ya me conocen; ya me presenté ahí con un monólogo que se llamaba Quijota en tiempos de Trump¸ que escribí cuando Trump fue elegido (y que forma parte de un espectáculo teatral más amplio sobre la versión femenina del Quijote que tengo planeado para el próximo año con unas actrices maravillosas, si es que sobrevivimos a todo esto… en fin). Es un teatro bar con sala de proyección, donde se presentan excelentes músicos de jazz y muchos eventos de teatro independiente. Me recuerda las grandes épocas del Bar El Hábito, donde trabajé los cinco primeros años de la década de los noventa, que no es por nada pero fue la mejor etapa. Aquí todos los fines de semana actuaron (hasta antes de la pandemia) algunas de las y los mejores comediantes de cabaret político feminista contracultural.

“En estos momentos me interesa mucho deslindar el feminismo del discurso al que el patriarcado en México lo ha querido reducir, desvirtuar, satanizar y hasta caricaturizar, en su lucha de poderes, y con este esfuerzo las mujeres de México y de Estados Unidos derrumbamos los muros y tendemos puentes sin pedir permiso. Además, si me da Coronavirus a mí aquí mañana, ya tengo todo arreglado para que mujeres más jóvenes continúen este esfuerzo.

“No puedo pedir más en un sistema que me quería muerta hace dos décadas. Las mafias culturales mexicanas efectivamente convirtieron en pandemia desde hace mucho. Y que no digan que son de ahora o de antes, porque siempre han sido transexenales, apoyen al candidato que sea”. Nueva York (NOTIMEX)

 

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