Liz Cheney pone al Partido Republicano frente al espejo tras la era Trump

La congresista Liz Cheney está a punto de perder su puesto como "número 3" de los republicanos en la Cámara baja por criticar al expresidente Donald Trump, quien, pese a haber sido derrotado en las elecciones de noviembre, todavía es la figura más popular entre los conservadores, enredados en un debate sobre el futuro del partido.
Los principales diarios y medios de comunicación publicaban editoriales sobre el cisma en el Partido Republicano en la era post Trump, que al final parece que no es tan cisma, ya que la formación política ha cerrado filas en torno al exmandatario para censurar a Cheney.
La hija del exvicepresidente Dick Cheney (2001-2009) ha agitado las aguas republicanas al refutar las denuncias infundadas de Trump de que hubo un fraude en los comicios presidenciales de noviembre, en los que el ahora exmandatario perdió frente al demócrata Joe Biden.
UNIRSE O NO A LA CRUZADA DE TRUMP
"La cuestión ante nosotros es si nos unimos a la cruzada de Trump de deslegitimar y deshacer el resultado legal de las elecciones de 2020, con todas las consecuencias que esto podría tener", planteó la congresista en una columna de opinión publicada el miércoles por el diario The Washington Post.
Cheney también advirtió de que adherirse o simplemente ignorar las afirmaciones de Trump puede que sirva para propósitos políticos o recaudar fondos, pero podría suponer "un daño profundo" al partido y al país.
Este jueves, la legisladora Elise Stefanik, que representa al distrito 21 de Nueva York y se perfila como la candidata favorita a suceder a Cheney si finalmente es destituida como "número 3" de los republicanos en la Cámara Baja, hacía hincapié en su apoyo a Trump.
En una entrevista con el pódcast "War Room Pandemic", del exasesor de Trump Steven Bannon, esa congresista señaló que su objetivo es presentarse al cargo con el respaldo de expresidente y su base de votantes.
"Estoy comprometida con dar voz y mandar un mensaje claro de que somos un único equipo y que eso significa trabajar con el presidente (en referencia a Trump)", dijo Stefanik, que se manifestó "orgullosa" de estar junto al exmandatario.
CHENEY ESCANDALIZA A LOS REPUBLICANOS
Cheney ya había escandalizado a algunos conservadores la semana pasada cuando opinó que cualquier republicano que quiera postularse a la nominación de su partido para las elecciones presidenciales de 2024 debería quedar descartado si apoya las denuncias de Trump de que hubo un fraude en los comicios de noviembre.
En su día, esta política, que representa a la única circunscripción del estado de Wyoming, fue la republicana de mayor rango que se unió a los demócratas para votar a favor de celebrar un juicio político contra Trump por su papel en el asalto al Capitolio del pasado 6 de enero.
Un mes después, la congresista superó un intento de ser expulsada como "número 3" de su partido en la Cámara de Representantes, al contar con el apoyo del líder de la minoría conservadora, Kevin McCarthy.
Sin embargo, ahora McCarthy y otros dirigentes del partido, como Steve Scalise, han dejado a Cheney a su suerte y han expresado su respaldo a Stefanik.
De acuerdo a la cadena de televisión Fox, incluso republicanos que en el pasado fueron muy críticos con Trump sobre el asalto al Capitolio se están sintiendo incómodos con las declaraciones de Cheney. 
¿POSIBLES ASPIRACIONES PRESIDENCIALES?
Ante la continuación de sus críticas al expresidente, los pro Trump están presionado dentro del caucus republicano del Congreso para apartar a Cheney del liderazgo de su partido, algo que podría ocurrir las próximas semanas.
Como recordaba la CNN, Cheney es la heredera del trono de los neocón que durante años alimentó su padre, Dick Cheney, una figura todavía respetada entre los conservadores.
Si en el algún momento el Partido Republicano decidiera regresar a sus orígenes y pasar página de la era Trump, sería posible que la congresista aspire a la nominación de su partido a la Casa Blanca.
De vuelta al presente lo cierto es que el caso Liz Cheney ha vuelto a poner sobre la mesa el debate interno sobre el futuro de los republicanos. Washington (EFE)

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