La mexicana Mireya Ramos contagia con sus rancheras feministas en el Jazz Plaza de Cuba

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La violinista y cantante mexicana Mireya Ramos reconoce en entrevista con EFE que, pese a su experiencia y amor por la experimentación, tocar por primera vez en el Festival Internacional Jazz Plaza de Cuba le hace sentir “un poco nerviosa”.

La sonrisa de oreja a oreja de la cofundadora de Flor de Toloache, el primer mariachi femenino de Nueva York, apunta también que ese nerviosismo viene acompañado de la ilusión que le genera estar en La Habana. Es tan así que voló a la capital cubana junto a sus padres porque, dice, todos morían de ganas por estar en la isla.

“Me encanta que los festivales de jazz, tan grandes como el Jazz Plaza, estén abiertos” a distintos ritmos “porque realmente el jazz es eso”, cuenta la artista, que se presenta este jueves en la Fábrica de Arte Cubano, uno de los puntos más importantes en el escenario artístico del país caribeño.

Ramos, ganadora de un premio Grammy, es una de las caras visibles de la edición 39 del festival, que se celebra hasta el 28 de enero en La Habana y Santiago de Cuba. 

Su Flor de Toloache, proyecto nacido en 2008 y que ha llamado la atención de Estados Unidos y el mundo hispanoparlante, es producto de una lucha contra el machismo de la industria y del que históricamente ha rodeado a la música mexicana, asegura.

“Siempre una mujer tiene que dar un paso más para mostrar que sí sabe lo que está haciendo, (y) que es profesional”, afirma.

Esta idea es precisamente lo que la agrupación ha intentado plasmar con su disco más reciente: Motherflower, nominado a mejor álbum de música mexicana en los Grammy de este año, que se fallan en apenas diez días.

En él, exploran distintos géneros latinos y urbanos con la temática del empoderamiento de la mujer y las experiencias diarias de las mujeres latinoamericanas como base.

 Experimentar con la ranchera 

Para ella, más allá del respeto por la tradición por un género como la ranchera, el valor agregado de Flor de Toloache -con diferentes nacionalidades y mucha experimentación- es la absorción de diferentes culturas. 

En pocos lugares del mundo algo así es tan sencillo como en el hervidero cultural de Nueva York, reconoce Ramos.

También ayuda su contexto familiar: Ramos es hija de una madre dominicana, cantante y acordeonista, y de un padre mexicano, cantante de mariachi. Además de haber nacido en Puerto Rico.

“Mi banda (lo) es todo eso. (Es) una mezcla de géneros pero con base de mariachi y experimental. En Nueva York uno absorbe toda esa diversidad”, remacha la cantante y violinista.

Ya con un Grammy latino -en 2017- en su haber, Ramos se ha sentido más que validada para seguir rompiendo el molde y continuar con las mezclas que tanto éxito y reconocimiento le han traído. 

Por el momento, su parada en La Habana servirá para agregar los ritmos cubanos y afrocubanos a su repertorio. Además de que espera volver pronto, pero ya con todas las integrantes de Flor de Toloache. La Habana (EFE)

 

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