La música y Arenillas viven dentro de Bibi, una ecuatoriana en Las Vegas

Por Roberto PELÁEZ

El hombre cierra los ojos y escucha complacido.

Es tu hija, Manuel, cantándole a Arenillas; el disco es tuyo.

 ¿Mío?

 Sí, ella te lo manda para que la escuches siempre que desees.

La historia comienza mucho antes, Manuel Matamoros toca la guitarra, canta, compone, y lo que es mejor, sabe que Arenillas, provincia El Oro, en Ecuador, forma parte de su vida.

Esta mujer que tengo delante es todo sensibilidad, Bibi Castanegto, la hija de Manuel, vive en Estados Unidos hace casi 30 años, los últimos 20 en Las Vegas.

“De mi papá, creo, heredo el talento, el amor por la música, el deseo de cantar”, resalta Bibi con un dejo de orgullo en la voz; “nunca fui a una academia de música, pero de niña lo escuché mucho... y algo se aprende, su voz se me parecía a la de Julio Jaramillo”, sostiene.

“Con 11 años voy a vivir a Guayaquil, una ciudad ecuatoriana mucho más grande que Arenillas, por ahí están las fotos de una niña con el pelo largo, trenzas, que canta en la escuela, en la casa”, apunta sonriente.

“Llego a Estados Unidos muy joven, apunta, el primer año vivo en Miami, me encanta el sandwich cubano, luego me muevo a Chicago donde permanezco más de 15 años, allí me caso”, agrega.

Platica de sus hijos Eric (24 años, estudia y trabaja), Julio César (19, también estudia y trabaja), y la pequeña Camila, de 15, que se dedica a los estudios.

“Hago una vida de esposa, madre, y en el 2000 nos mudamos a Las Vegas; en el 2010 me divorcio, recuerda, y mi vida da un vuelco, me veo sola, con tres hijos, es un momento difícil sin dudas, que considero una especie de prueba, sale a relucir mi entereza, dice, no me rindo muy fácil... soy una luchadora.

“Después vienen más cambios, rememora, una amiga para alegrarme un poco me invita a salir e ir a un lugar a bailar, vamos al restaurante colombiano ‘Oiga, Mire y Vea’, me gusta el ambiente, hay mucho respeto, es algo íntimo, voy varias veces y conozco a Alberto, un buen amigo, quien después de escucharme cantar un buen día me comenta ‘quiero que conozcas a una amiga, tiene una Sonora, busca a una cantante’... comienza entonces, acota, una etapa de mi vida”, afirma.

“Conozco a Dalinda Torres, dice, y paso a formar parte de ‘Sonora Mar y Mar’, canto, bailo, después aprendo a tocar güira; nos presentamos en diferentes lugares, grabamos, es algo que me gusta mucho.

“Tengo una cantidad enorme de amigos mexicanos, los quiero, destaca Bibi, pero en todas partes pregunto por los ecuatorianos, hasta que conozco a María Bécquer y a través de ella a Nora Uribe, quien después de un tiempo me propone formar parte de la directiva del Club de Ecuatorianos, algo que también me agrada, estoy muy cerca de mis raíces, voy a cantar varias veces a eventos de ecuatorianos en Los Ángeles, añade.

 

“En Arenillas papa graba un disco -demo- con dos canciones, una dedicada a su mamá (mi abuela) y otra a Arenillas, ese disco tiene muchos años, cuando se graba no existe la tecnología de hoy, me doy a la tarea, apoyada por músicos muy buenos de los que estoy agradecida, de grabarlo con más percusión, arreglos, queda muy bonito y se lo envío a papá”, expresa emocionada.

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