Jannet Villafuerte...Una ecuatoriana enamorada del magisterio

Por Roberto PELÁEZ

Mira atrás y no se lo puede creer, ya transcurren casi tres décadas desde que hace las maletas en su natal Ecuador y emprende viaje al norte, a  los Estados Unidos, un país, dice, en que se pueden hacer realidad los sueños.

Claro, precisa Janett Villafuerte, muchos de esos sueños se hacen realidad gracias al trabajo, y yo vengo dispuesta a aprender, a salir adelante; se me presenta la oportunidad y por más de 20 años laboro en el hotel y casino MGM, un trabajo fuerte, comenta, diría que muy duro, pero no vengo de tan lejos a rendirme ni a cruzarme de brazos, afirma categórica.

Lectora incansable, asevera que en gran medida la motiva ayudar a sus hijas a ir a la universidad, cuando me faltan las fuerzas en el MGM pienso en ellas y le pongo más ganas, acota, una de mis prioridades es que se hagan profesionales, y eso sólo se consigue con mucho estudio, buscando un mejor futuro, perseverando, argumenta.

No puedo quejarme, subraya, y sus ojos adquieren un brillo especial cuando menciona los nombres de Andrea y Gabriela, la primera, señala, se gradúa en la Universidad de Nevada Las Vegas en tecnología informática, y la segunda muestra en su curriculum una maestría en Administración Pública... no le puedo pedir más a la vida, remarca.

Volviendo a los libros, sé, advierte, que la tecnología, el poder leer libros y periódicos en el teléfono, es una ventaja de estos tiempos, sin embargo la experiencia de sentarse a leer un buen libro, el periódico, es algo que no se puede poner a un lado... quienes aman la lectura saben de lo que hablo, dice sonriente.

Hace unos años, no muchos, cumplo 50, me siento bien, y por encima de todo le doy gracias a Dios, por todo lo que me ha concedido, significa, y lo mejor, trasmito mis conocimientos, esa es otra cosa que me gusta, enseñar, ayudar a la gente a abrirse paso, imparto lecciones de inglés, clases de ciudadanía, atiendo grupos de personas de la tercera edad, me motiva que pese a su edad avanzada quieren aprender, disfrutan las clases, eso es bueno para el maestro, comenta, una se esfuerza para hacer las cosas lo mejor posible.

Como me gusta tanto aprender, expresa, pues aprendo también de mis alumnos, refresco la memoria, disfruto del proceso de aprendizaje, de mi esfuerzo y el de cada uno de ellos, eso es lo que hace hermoso esto del magisterio, verlos avanzar, me regalan experiencias gratas, son personas de diferentes países, con sus costumbres.

Sobre lo que le decía al principio, no puedo quejarme, vengo a este hermoso país con mi maleta llena de sueños e ilusiones, ver a mis hijas salir adelante en sus estudios, gracias a su esfuerzo, significa mucho para una madre como yo, veo que ante ellas se abre un mundo de posibilidades, pueden llegar tan lejos como quieran, agrega.

 

Coloca el marcador entre las páginas de un libro grueso de historia, se pone de pie y avanza hasta una de las paredes, se detiene frente a las fotos ampliadas de sus hijas, de sus títulos enmarcados en un cuadro, y expresa categórica: estas dos muchachas son la razón de mi vida, por ellas puedo hacer el mayor sacrificio... no tengo dudas, soy una mujer realizada.

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