Por Roberto PELÁEZ
“Nací en Guadalajara, Jalisco, hace 58 años. Desde hace 30 resido en Las Vegas”, así se presenta Graciela Rodríguez, madre de cuatro hijos, apasionada defensora de la educación y la buena relación entre las personas, de manera que repercuta en la comunidad.
“Estudié Derechos Humanos en la Universidad de México, tengo todas mis validaciones internacionales, considero -explica- que la educación, empeñarse en aprender, es fundamental, sin dudas nos permite mirar la vida, el presente y el futuro con optimismo... eso inculqué a mis hijos.
“Ellos tienen 37, 34, 31 y 28 años, respectivamente. El mayor y el de 31 tienen una compañía de Aires Acondicionados aquí en Las Vegas, mi hija de 34 años es psicóloga en La ciudad de San Antonio, y mi hijo menor pertenece a la Fuerza Aérea.
“Estoy a favor 100 por ciento de la Educación Académica, no solo lo digo, me gusta predicar con el ejemplo, estudio cualquier área que me ayude a ser mejor ser humano, además, es importante comprender que cuando haces tuyos los conocimientos, es muy difícil que alguien te pueda manipular o influenciar, ‘le venda humo’, y estoy a favor de la educación familiar 1000%, pues de la familia nacen los valores más importantes para ser personas de bien, de la familia se adquieren los elementos que te hacen valorar la educación académica, la sociedad, el tener una familia con integridad y amor a los demás”, resalta emocionada.
“Considero, advierte, que de la familia se aprende la empatía, el amor a ti mismo y los valores a lo más mínimo por pequeño que parezca... el Universo nos pone con las personas precisas y en los tiempos perfectos y nosotros con los conocimientos académicos adquiridos hacemos las mejores o peores decisiones.
“Mi rol en esta comunidad, apunta, es primero pensar que ‘si me importa mi familia me tiene que importar cómo funciona mi comunidad porque es en ese entorno donde mis hijos crecen’, ahora mis nietos, y esto me lleva a involucrarme en muchas actividades de la comunidad, en diferentes organizaciones, fundé una Plaza Comunitaria en el año 2012 con el nombre de Unión Latina, que cerró sus puertas hace cinco años debido a un incendio.
“Eso no truncó mi deseo por seguir haciendo algo por mi comunidad, enfatiza, en tiempo de pandemia me di a la tarea de confeccionar una mascarilla para los que tenían covid, con todo lo que necesitaran para aminorar sus síntomas y estuvieran a salvo, con ese intento hice tantas que me fui a la ciudad de San Antonio a repartir, fue tanta la demanda y su eficacia que superó las espectativas. Todas las entregué gratis.
“Con mi esposo apoyamos a la comunidad, dice, creamos una organización que promueve a cantantes con talento, y no han encontrado apoyo, o por razones económicas no lo lleven a otro nivel; ya tenemos dos años con siete presentaciones en teatro.
“Amo la pintura, la poesía, la escritura, he escrito tres libros aún sin publicar, tengo más de 200 poesías”, destaca con optimismo y una mezcla de alegría.