Por Roberto PELÁEZ
Bien dicen que “lo que se hereda no se hurta”, y la mexicana Diana Ávalos es -literalmente- un ejemplo clásico de ello.
En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) toma lecciones de contaduría, se sumerge en el apasionante mundo de los números, sin embargo en su afán de aprender cada vez más, y claro, lucir más hermosa, opta por estudiar Cosmetología.
“Me apasionan esos estudios, dice la espigada mexicana, quien desde el 2015 reside en Las Vegas, gracias a eso de los cosméticos me acerco a temas de salud y belleza, algo que creo (me gana) para siempre, quizás muchas personas (mujeres) obvien esto de la salud y el lucir bella, el comer sano, el uso correcto de las cremas hidratantes, pero son temas que no pueden desligarse...
“Tengo dos hijas, agrega, Andrea (17 años, con talento para el canto) y Jacqueline (12, enamorada del piano), agrega, o sea, vivo en un ambiente en que lo cultural es como algo prioritario, necesario, y eso me gusta mucho”.
Sin embargo volvamos a lo que se ‘hereda’, inmersa en los números, en los cosméticos, en las incidencias de una buena salud para mantener la belleza, Diana no pasa por alto la fibra histriónica de su madre (Catalina Franco), el amor por la lectura, el adentrarse en los personajes, desdoblarse.
“No deja de cautivar -dice la entrevistada- eso de ver a tu mamá ser este personaje, y aquel, y el de más allá, ensayar, modular la voz, ‘descubrir’ su versatilidad... y me pregunto cómo puede una persona ser tantas sin dejar de ser ella misma, entregarse al teatro como si cada día descubriera algo nuevo, que te atrapa y le das lo mejor de ti.
“No me sucede como a mi mamá que se enamora del teatro a primera vista, y hace de él una especie de novio seductor, creo que me voy enamorando poco a poco, y no sé que es mejor (una cosa o la otra), pero puedo asegurar que el teatro es -entre muchas cosas- algo que seduce, atrapa, y cuesta mucho desprenderse de él... una misma se descubre, aprende de lo que es capaz sobre el escenario, delante de los espectadores, y queda asombrada, por eso las reiteradas puestas en escena cada noche son lo mismo y algo siempre diferente”, afirma Ávalos.
“Desde niña juego con mi hermano a interpretar esa obra colosal que es ‘Vaselina’, además de otras piezas teatrales, quiere decir que lo mío es casi una enfermedad congénita que me “afecta” casi sin darme cuenta, y la enfermedad se recrudece al asistir a presentaciones en la Ciudad de México, significa con un brillo especial en sus ojos, entonces no sabía lo que se incubaba dentro de mi, apunta, que la fiebre del teatro se hacía más fuerte y ya no podría ponerla a un lado, ignorarla, muy por el contrario.
“Lo mejor es que mamá me apoya en todo (artista ella misma), apunta, y cuando decido participar en filmes cortos pues ahí está ella, muy crítica, pero sin dejar de apoyar, tan entusiasmada como yo, y eso también es muy lindo, sé que son críticas constructivas para que las cosas salgan cada vez mejor; fue una experiencia tremenda trabajar al lado del pianista, cantante y compositor español Antonio Carnota, un excelente profesional”, expresa mientras busca el guión de la obra relacionada con Carlos Gardel.
“Es tremendamente lamentable esto del Coronavirus, comenta, y si bien es cierto que afecta todo, también lo es que impacta los ensayos, estrenos, puestas en escena, y quiero aprovechar para decir (aunque a muchas personas no le gusta platicar de sus proyectos y planes) que ese ‘bichito’ que llevamos dentro me lleva junto a mi mamá a montar la pieza ‘La esperanza en los tiempos del Coronavirus’, con una considerable dosis de humor y optimismo, de simpatía, estoy convencida de que nos vamos a volver, ojalá entonces hayamos aprendido la lección del amor que debe predominar entre los hombres”, significa.