En el verano... Oh, las sandalias

En el verano por lo general guardamos en el armario los zapatos cerrados y nos decantamos por calzar sandalias, un calzado más abierto.

Para las personas que tienen los pies delicados, padecen algún tipo de problema o usan plantillas, esto se puede convertir en un contratiempo, ya que las sandalias no son el calzado más recomendable, beneficioso.

Las personas que tienen los pies delicados no deben comprar cualquier tipo de sandalias, ya que probablemente su problema se agrave. Y quienes usan plantillas deben poner especial cuidado y adquirir sandalias para plantillas o que incluyan una plantilla extraíble, de manera que puedan incorporar la suya propia.

Hay varios puntos en los que nos tenemos que fijar a la hora de adquirir unas sandalias cómodas.

La horma

Ancha y con buenos volúmenes internos. Deben tener una correcta dimensión para que no opriman los dedos y el empeine.

Hay que evitar en los diseños las piezas y costuras interiores ya que si tenemos puntos sensibles en los pies estas piezas o costuras no nos afecten o puedan ocasionar rozaduras.

Es importante ver y probar diferentes modelos para encontrar la horma que mejor se adapte. Lo ideal es recurrir a marcas que ya conocemos, sabemos cómo calzan y el resultado final que ofrecen.

Los materiales con los que están fabricadas las sandalias son de suma importancia. A la hora de adquirirlas conviene fijarse si disponen de una idónea transpiración y una fácil adaptación al pie.

Lo habitual es usar tanto pieles internas como externas de primerísima calidad, pero aún más si cabe en los forros internos, ya que son los que están en contacto con nuestros pies desprotegidos.

En verano hay tendencia a descalzarnos y de paso desprotegemos el pie, llevándolo sin calcetines. Por ello, hay que vigilar más que nunca los materiales de cara a evitar lesiones por el hecho de estar en contacto directo con la piel, ya que pueden provocar alergias o heridas.

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