Por Roberto PELÁEZ
Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia
Sócrates
Hace alrededor de un año la mujer que tengo delante vino a nuestras páginas para platicar de algo que le apasiona: el amor a la comunidad, a la educación. Nada menos que 52 ediciones más tarde regresa, pues considera que los conocimientos sirven de poco si no se ofrecen, se ponen a disposición de los demás.
Gladys Carpo recuerda, como si fuera una película que vio anoche, cuando llegó de su amada Sinaloa (México) “vine de vacaciones -cuenta- y se me acabó el dinero, por un problema de vergüenza no quise pedirle a mi padre y comencé a trabajar como niñera...
“Me adentré en la vida, en la cultura de este hermoso país, decidí convertirme en una especie de ‘esponja’ absorverlo todo, aprender lo más posible -advierte- y claro, compartir lo que sé para que la comunidad lo haga suyo”.
La entrevistada asegura que su vida gira alrededor de la familia, destaca el apoyo de su esposo, el aliento y la motivación que le reporta su hijo, “sin ellos todo fuera distinto, de seguro más difícil”, afirma.
Con la mayor sencillez de que es capaz, transmite sus conocimientos relacionados con la economía familiar, la educación, platica sobre la importancia de escoger la escuela más conveniente para los hijos, enseña lenguaje de señas “para informar más y mejor -dice-, socializar, llegar a más personas deseosas de saber del lenguaje corporal, las expresiones faciales... la comunicación es clave”, externa.
“Vivimos en esta hermosa nación, comenta, y es importante aprender a ahorrar, saber identificar lo que llamo ‘gastos hormiga’, o por llamarlo de otra forma ‘compras innecesarias’, analizar por dónde literalmente se nos escapa el dinero, por ejemplo, si es en compras superfluas (comer fuera de casa con frecuencia, regalos, adquirir cosas que ya tenemos, que no necesitamos), lo importante es detectarlo y adoptar las medidas para evitar esos gastos y de paso ahorrar”.
Así, llamando las cosas por su nombre, empeñada en dar lo mejor de sí, educar, se adentra también en algo que precisa es fundamental ‘cómo lograr la felicidad en el trabajo’. “Es relevante, argumenta, pasamos muchas horas en el trabajo, separada de la familia, entonces hay que hacer lo posible por ser feliz allí, en nuestros puestos, apartar el estrés para sentirnos mejor y rendir en lo que hacemos.
“Respecto a la educación, continúa, es algo esencial, tal vez en nuestros países no tenemos una figura sobresaliente que nos motive a estudiar; aquí vemos que los americanos preguntan, quieren saber, mientras nosotros nos cohibimos; el saber nos abre puertas, nos facilita hacer realidad los sueños, las metas”, resalta.
Ofrece detalles del programa ‘Latinos inmigrantes’, y tiene a bien señalar: “contamos historias que inspiran, nos interesa por conocer cómo alguien llegó donde está a base de sacrificio, entonces nos decimos... yo también puedo llegar, pero eso exige esfuerzos, dedicación; después el programa se revolucionó, abordamos temas como la sexualidad, los llamados ‘hijos rebeldes’, jóvenes que quieren viajar a Europa y a los padres les preocupa la separación...
“Comunicadora al fin, dice sonriente, me gusta transmitir mis conocimientos, mis experiencias, a lo que me he enfrentado como inmigrante, que puede ser una historia parecida a la de muchos, y claro, escuchar a los demás, estoy convencida de que podemos aprender, a veces hasta de la persona que nos parece más insignificante... aprender y enseñar”, comenta optimista.