Por Roberto PELÁEZ
Por la cercanía de los días festivos el teléfono de esta mujer apenas deja de sonar, “es que a muchas personas le gusta como yo cocino y me llaman para hacer encargos, explica, algunas personas prefieren la pierna de puerco asada con mi sazón, los tamales... y lo mejor es cuando se encuentran conmigo y sin pensarlo dos veces me dicen: “le quedó bien doña Lupe”.
Oriunda de Guadalajara, Jalisco, desde hace tres décadas reside en los Estados Unidos, y en el 2000 decide viene a vivir a Las Vegas, donde aparte de sus habilidades culinarias, muchos la distinguen por su calidad humana y su participación activa en muchos eventos comunitarios.
Supe de ella por Claudia Najarro, quien precisó: “hace varios años tienen una página dedicada a las mujeres, y la buena Lupe Arreola merece una entrevista, es muy activa dentro de la comunidad, siempre del lado de los migrantes”.
Bastan pocas palabras sobre la historia de esta mujer para saber con certeza que Lupe Arreola no es de las que se rinde ante las adversidades, “he enfrentado muchos obstáculos, dice, pero no me doy por vencida... si Dios conmigo, quién contra mi”, resalta.
“Antes, explica, me debato entre estudiar medicina o comunicaciones, sin embargo por aquella época trabajo como gerente de bodega, surto a tiendas pequeñas... me va bien en el aspecto económico, entonces pongo a un lado eso de los estudios, algo de lo que todavía me arrepiento.
“Desde pequeña demuestro tener ‘algo especial’ para tratar a la gente, quizás porque lo aprendo de mis padres que me enseñan a respetar a todos, o por mi trabajo, lo cierto es que platico, trato con amabilidad, respeto para que me respeten y valoro a las personas por sus acciones, eso me permite ganar muchas amistades, conocer a mucha gente”, afirma con el rostro serio.
Platica de su amistad con la conocida artista mexicana Lucía Méndez, y luego externa: “me gusta conversar, ayudar a la gente, hacer amistades, llevarme bien con todos, de la misma manera que no me gusta la injusticia ni lo mal hecho, detesto el abuso; soy de las personas que valora las buenas amistades, esas que son para toda la vida”, apunta.
“Después de lo que le digo, continúa, eso de debatirme entre estudiar medicina o comunicaciones, pues me inclino por la política, leo, estoy al tanto de los últimos acontecimientos, y en Las Vegas, donde he tenido que realizar diferentes trabajos, hasta lavar pañales, me vinculo a la comunidad hispana, participo en muchos eventos.
“No pierdo la oportunidad, dice, de aconsejar a los jóvenes que estudien, les puedo platicar con propiedad, porque yo puse los estudios a un lado y hoy lo lamento; considero que la educación es la base, brinda la posibilidad de un buen trabajo, como la de ser amable, respetuoso, la educación que se aprende en casa... usted me comprende, pregunta, porque son dos cosas muy distintas”.
Con el rostro serio menciona a su hija, María del Sagrario, “está en México, sostiene, la extraño mucho, lo mismo que a mis nietos Noel, de ocho años, y Zoe, de cinco, estoy loca por abrazarlos y besarlos, por decirle lo mucho que los quiero, que me gustaría mucho estuvieran a mi lado para no separarnos más; siempre le pido a Dios que me los bendiga y cuide, que no me los deje desamparados en ningún momento”.
Retoma la plática sobre la cocina y sin miramientos señala: “soy casi una experta en comida, dice sonriente, me gusta la comida veracruzana, la jalisciense, un poco la yucateca; la comida mexicana es muy variada, explica, cada estado tiene sus características propias para elaborar tamales, tortas ahogadas, tacos, tortillas, mole... me gusta mucho que me visiten y prueben mi sazón”, concluye.