De El Salvador a LV... Defensora incondicional del medio ambiente

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Por Roberto PELÁEZ

Claudia Najarro sin sonrojarse reconoce que las pupusas son su debilidad, “me encantan, dice sonriente, no es que sea de mucho comer, usted sabe, pero las pupusas, oh, que ricas... 

“Soy salvadoreña, apunta con un deje de orgullo, de El Salvador, un pequeño país centroamericano del que se habla mucho por su gente, sus paisajes, las puspusas, y también por la violencia... salí hace más de 25 años para venir a los Estados Unidos, y en Las Vegas vivo desde antes del 2005, esta ciudad para ha sido para mi y mi familia como la segunda casa”, expresa sonriente.

Hojea un libro que tiene en las manos y afirma categórica: “Tengo un gran concepto de la educación, a mis hijos les insisto que deben prepararse para la vida, estudiar, graduarse... el futuro pertenece a quienes pueden mostrar un alto nivel educacional, títulos universitarios, conocimientos de computación, hablar más de un idioma, sobre todo en un país tan competitivo como este, y es que el mundo va a una velocidad vertiginosa”, destaca. 

“En El Salvador, explica, tuve la posibilidad de estudio y me gradúo en secretaría; después aquí asisto al Medical Billing and Coding Expert, en Kaplan College; volver a un salón para tomar clases, resulta emocionante, hago mías un grupo de herramientas, de conocimientos, además de demostrarme a mi misma que sí puedo, es algo conveniente, una se siente realizada, que puede alcanzar las metas que se proponga”.

Saluda a varias personas que se le acercan, y luego prosigue: “Le hablaba de las pupusas, vuelve a sonreír, me gusta la comida típica salvadoreña, los pasteles, la yuca frita, las empanadas, las enchiladas, todos son muy ricos, sin embargo, cuando dicen pupusas... tengo una amiga que cocina que hay que chuparse los dedos, tiene fama, quizás haya escuchado hablar de ella, se llama Lupe”.

Najarro es una inmigrante que lucha por salir adelante con su familia, por un tiempo labora en CHISPA Nevada, “como se sabe, dice, soy una defensora del medio ambiente de manera incondicional; soy una persona  agradecida con la vida, todo lo que me ha permitido, mis amistades... y la naturaleza, todo lo que hay en ella, debemos agradecerlo, cuidarlo, el agua, el aire, la tierra, los animales, los ríos, las plantas.

“Me gusta hacer el bien, sin mirar esto o aquello, y no tengo dudas de que lo mejor es estar bien informada, platicar con la gente sobre el medio ambiente, cómo actuar para protegerlo, cuidar nuestro hábitat, preservar el agua”, dice.

No puede ocultar la emoción. “Es muy bonito saber que una puede hacer cosas por una vida mejor, por un aire limpio, vecindarios saludables, es lo mejor que podemos hacer por las generaciones de hoy y del mañana, por nuestros hijos, los nietos, los que vengan detrás”, argumenta.

“Sería excelente, reflexiona, si cada persona se preguntara qué puedo hacer por un mundo mejor, porque lo que me rodea a mi y los míos sea mejor, más saludable, con agua de mejor calidad, un aire más limpio... 

“También le puedo hablar de ahorrar el agua, apunta, de la importancia de reciclar, y lo que aprendo, lo que leo, se lo enseño a mis hijos... como todas las madres quiero para ellos lo mejor. Cualquiera se asombraría si ve qué se puede hacer con tantas cosas que botamos en casa, que consideramos inservibles”, añade.

 

Y con la mima emoción con que habla de defender el medio ambiente, llama a los inmigrantes, de cualquier nacionalidad, a ser muy cuidadosos, “no es conveniente confiar en quienes se presentan para ayudar con los documentos, esas personas que sin estar autorizadas se ofrecen, lo pintan todo muy bonito, dicen que pueden resolver este o aquel documento; es triste ser víctima de una estafa, perder tiempo y dinero, mejor acudir a fuentes autorizadas... hay que estar informadas, bien informadas, y valorar a la familia, lo que tenemos”, concluye.

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