Anya Taylor-Joy, una reina del ajedrez sin arrepentimientos

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Algo especial debe tener Anya Taylor-Joy para que medio Hollywood suspire por ella. Triunfó con "The Witch" (2015) y "Split" (2016), será "Furiosa" en la precuela de "Mad Max: Fury Road" (2015), y ahora debuta en Netflix con "The Queen's Gambit", pero por el camino también afrontó renuncias necesarias.

"Creo que (para ser actriz) sacrifiqué tener una adolescencia normal. Pero, en esencia, no me arrepiento de nada de eso: este era el camino vital que estaba destinada a tener", aseguró a Efe.

Con un árbol genealógico muy peculiar (tiene sangre española e inglesa por su madre y escocesa y argentina por su padre), Taylor-Joy (Miami, 1996) presenta en Netflix "The Queen's Gambit", una serie limitada sobre una joven que se convierte en un prodigio del ajedrez en los años 60.

Acompañada por Marielle Heller, Thomas Brodie-Sangster y Harry Melling, la latina se luce en esta estupenda propuesta de Scott Frank (creador de "Godless" y guionista de "Logan", ambas de 2017) que une un tono clásico y una fina puesta en escena con reflexiones sobre la salud mental, el feminismo, el trauma familiar o las adicciones.

Pregunta: No sabía mucho de ajedrez antes de hacer "The Queen's Gambit". ¿Qué piensa sobre el ajedrez después de esta serie?

Respuesta: Siempre había estado vagamente fascinada con el ajedrez en el sentido de que me parecía seductor, pero me siento muy afortunada de haber sido invitada a entrar en este mundo mágico y secreto.

Y he tenido maestros increíbles. Bruce Pandolfini (famoso jugador y entrenador que fue retratado en la cinta "Searching for Bobby Fischer", 1993) es como un dios del ajedrez y es genuinamente la persona más amable y comprensiva. El correo electrónico que me envió después de ver la serie es algo que conservaré para siempre. Es simplemente un alma hermosa.

P.- Cuando conocemos a Beth, su personaje, está envuelta en traumas y problemas, pero encuentra algo en el ajedrez.

R.- Creo que a Beth, desafortunadamente, la vida le ha enseñado que la gente siempre te acaba decepcionando. Está acostumbrada a que la abandonen, ha aprendido que no puede confiar de verdad en otras personas.

Pienso que gran parte de la seducción del ajedrez es que, si aprendes sus reglas, puedes entender cómo va a reaccionar alguien y tener movimientos para ello. Ella responde bien a tener reglas, a saber qué hacer, y encuentra un sentido de seguridad en eso.

Luego su fascinación crece, pero empieza a sentirse incómoda cuando los seres humanos no reaccionan como piezas de ajedrez. Creo que es ahí donde se mete en problemas...

P.- Ella parece muy segura jugando al ajedrez pero no lo es tanto fuera del tablero. ¿Cómo aprende a sobrevivir en un mundo real sin las reglas del ajedrez?

R.- Beth se ve obligada a crecer muy rápidamente, quizá no necesariamente al ritmo que lo habría hecho si no hubiera empezado a jugar al ajedrez de modo profesional.

Pero es fascinante porque, como intérprete, disfruté realmente de transmitir su historia a través de su aspecto físico y de la manera en la que interactúa con otras personas: Esta es Beth después de que le guste un chico por primera vez, esta es Beth después de ver una cinta de Audrey Hepburn por primera vez.... Fue maravilloso crecer con ella.

P.- Beth es también la única mujer en un mundo de hombres. ¿Cómo habla esta serie de feminismo y de la discriminación a la mujer en el deporte?

R.- Lo que es hermoso de Beth es que está tan alejada de la sociedad que verdaderamente no entiende por qué la gente habla de su género en lugar de sus habilidades como jugadora. Tener la oportunidad de interpretar a esta persona en esa época específica lo sentí como algo muy liberador y lo disfruté mucho.

APRENDER A PERDER

P.- Vemos pronto que Beth no acepta muy bien las derrotas...

R.- Oh, no: no le gusta demasiado perder (sonríe).

P.- ¿Y usted? ¿Cómo aprendió a aceptar las decepciones en su carrera profesional?

R.- No sé por qué mi cerebro funciona así, pero he tenido mucha suerte de que cuando aprendo lecciones tiendo a aprenderlas de verdad.

La primera vez que me rechazaron, en mi primera audición, lloré mucho, sollozaba, estaba muy molesta. Pero al final de eso fue como: No reaccionaré así nunca más.

Para sobrevivir en este mundo tenía que entender que, si estás destinada a interpretar un papel, lo harás y sucederá. Y si no consigues el rol es porque no era para ti: les deseas lo mejor y simplemente desconectas y no te machacas con eso.

P.- En un gambito, un jugador sacrifica una pieza para tener una mejor posición sobre el tablero. ¿Qué ha sacrificado usted para convertirse en la actriz que es ahora?

R.- Mmm... Creo que sacrifiqué tener una adolescencia normal, una juventud normal. Pero, en esencia, no me arrepiento de nada de eso: este era el camino vital que estaba destinada a tener. Nunca fui muy buena con lo normal.

Estoy muy agradecida de tener un camino que encaja con mi sensibilidad (...). Estoy muy agradecida de que la gente me permita hacer arte. Me encanta el arte, quiero dedicar toda mi vida a esto y simplemente estoy contenta de que se me permita hacerlo ahora mismo. Nueva York (EFE)

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