Un artista llamado Juan Soto

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Por Roberto PELÁEZ

Oriundo de Guatemala, Juan Soto emigra a Estados Unidos en 1989, con sólo 26 años. Trabaja por mucho tiempo en Los Ángeles y... mejor lo cuenta él.

“En el verano del 2009 vengo por primera vez a  Las Vegas, recuerda, un maestro de música que en ese tiempo tocaba en ‘El fantasma de la ópera’ necesita una reparación y vine a hacerla un fin de semana, luego me llama porque otros músicos también requerían de mis servicios.

“Me traslado aquí cada dos o tres semanas, atiendo los instrumentos y me vuelvo a mi trabajo, a mi familia en Los Ángeles; en uno de esos viajes me entero de lo barato que están las casas, le cuento a mi esposa (Alba) y en el 2012 compramos, donde vivimos hoy”.

Observa detenidamenta un violín y lo lleva a su mesa de trabajo. Me brinda café y prosigue: 

“Vengo a trabajar los fines de semana, laboro desde mi casa, pero en el 2013 mi madre se enferma y necesita asistencia de 24 horas, entonces renuncio a mi trabajo de 23 años en Cauer Violins en Los Angeles, y nos movemos a Las Vegas.

“Trabajo en casa, explica, atiendo a mi mamá, por la tarde cuando mi esposa vuelve del trabajo ella la ve y yo me dedico a laborar a tiempo completo”. 

Lamentablemente en el 2015 fallece la madre del entrevistado, entonces sus habilidades y conocimientos le permiten trabajar de manera estable en su taller.

Mira atrás, en su mente viven frescos los recuerdos, al referirse a sus inicios sostiene: “en Guatemala trabajo por el día en una carpintería y por la noche estudio, aprendo mucho sobre el barniz, los diferentes tipos que existen, cómo aplicarlo, debo decir que eso me ayuda sobremanera. “Ya en Los Ángeles necesito empleo y Cauer Violins tiene a bien ofrecerme una entrevista, probar mis habilidades y me da el trabajo; allí aprendo todo lo básico que sé de reparaciones, este trabajo me gusta, llego a encariñarme con él, es mi vida”, asevera.

Con un marcado interés en superarse, aprender cada vez más, Soto comienza a leer libros sobre la reparación de instrumentos.

“Le agradezco al señor Cauer, continúa, tiene una biblioteca muy grande y me facilita los ejemplares para que me supere, me adentre en este mundo de la reparación de instrumentos, allí permanezco por 23 años, gano mucho en experiencia y conocimientos.

“Precisamente, añade, mientras laboro allei me percato de que esto va a ser parte de mi vida, es el tipo de trabajo que deseo hacer, es apasionante, entonces acudo a Los Angeles Community College, tomo lecciones relacionadas con la música, asisto a conferencias, trato de aprnder lo más posible del señor Cauer, sus secretos en la restauración de instrumentos.

“Debo significar, agrega, que Cauer Violins goza de muy buena reputación, allí tengo la posibilidad de trabajar en instrumentos famosos de grandes maestros como Stradivari, Guarneri, Amati; también contribuyo con la restauración del barniz del cello Stradivari ‘The General Kyd’ en ese tiempo propiedad de la Filarmónica de Los Ángeles... es uno de los instrumentos más caros con que he trabajado”, sostiene entusiasmado.

Más allá del violín

Con los conocimientos necesarios para distinguir sonidos entre diferentes instrumentos, a una pregunta sobre el acercamiento al guitarrón y la vihuela, con la sencillez que lo distingue apunta: “Aquí conozco a varios maestros del CCSD, reparo algunos violines (personales) y uno de ellos me pregunta si puedo reparar loss violines de la escuela, a lo que accedo.

“Luego, comenta, otro maestro se interesa en que le repare una vihuela, tras varias negativas la traigo a mi taller, hago herramientas apropiadas, la reparo y le gusta mi trabajo, me entrega otra, luego un guitarrón, y se interesa en saber si puede decir directores de Mariachi en otras escuelas... hoy mi taller es el único en la ciudad con capacidad para reparar vihuelas y guitarrones”, precisa con sano orgullo.

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