Tepesianos prestos a continuar la lucha por sus legitimos derechos

Por Roberto PELÁEZ

De pequeña estatura y hablar pausado, Sandra Granados es exactamente eso, una guerrera de pies a cabeza, de esas mujeres, de esas migrantes que no se deja, que no teme cuando se trata de defender lo que considera justo.

Mira atrás y recuerda, hace poco más de 18 años llega a los Estados Unidos procedente de El Salvador, con una bolsa llena de sueños e ilusiones, con un deseo inmenso de trabajar, de superarse y ayudar a los suyos.

En gran medida he podido hacer realidad mis aspiraciones, a la vez que contribuyo con todas mis fuerzas a este país que me abrió las puertas, donde nacen mis hijas Alessandra, Fátima y Alondra.

No duda un segundo para precisar que el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) le permite trabajar, comprar un carro, una vivienda, acariciar lo que considera parte de sus sueños, declarar impuestos, acatar y respetar las leyes, asimilar otra cultura sin desprenderse de la de ella, enseñar a sus hijas.

Sin embargo, subraya, desde el pasado lunes 9 comienza para nosotros, los protegidos por el TPS, la cuenta regresiva (hasta el 2 de enero del 2020), entonces no estaremos amparados por el programa que durante 18 años nos permite trabajar, vivir sin la preocupación de ser detenidos y deportados, separados de la familia. No más.

Al menos para mi, advierte, comienza otra historia, con un amparo diferente por poco más de tres meses, luego, no sabemos qué va a suceder, señala emocionada, con el rostro serio.

Quienes me conocen, añade, saben que no voy a quedarme mano sobre mano, ya estuve antes en una caravana hasta Washington para explicarles a congresistas y senadores, nuestra situación, y lo que hemos hecho a lo largo de todos estos años, en que lo primero ha sido y es respetar las leyes de este hermoso país.

Vivo agradecida de los Estados Unidos, apunta, de las personas que pusieron a un lado sus intereses personales y entablaron una demanda contra la actual administración, este tiempo de amparo corre por ellos, entonces, por un gesto tan noble y desprendido no tengo palabras para agradecer, añade, vivo en primera línea la lucha, las jornadas de protesta, la acción masiva a la que se suman muchas personas. No puedo decir más que gracias, resalta.

Confío en Dios, acato su voluntad, confío también en que se haga justicia, pero al menos yo no puedo dejar de luchar por lo que considero mis derechos, afirma... invito a otras personas, amparadas por años, enfatiza, a sumarse, a no quedarse de brazos cruzados, limitándose a esperar, cuando unidos podemos hacer la diferencia.

 

Los invito a alzar la voz precisa, a orar y pedir a Dios si lo prefieren, pero no se queden callados... prefiero ser optimista, considerar que gracias a la lucha estos poco más de 100 días pueden ser testigos del cambio... hagamos nosotros el cambio, añade, tomemos el timón de nuestras vidas, sin esperar que este o aquel haga por nosotros; tenemos que hacernos sentir, destaca entusiasmada.

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