Por Roberto PELÁEZ
Oscar Sánchez mira atrás. Allá en Manizales, Colombia, sobre un banco, revuelve el sancocho, mientras su abuela está atenta al horno. “El sancocho, explica, es una sopa con carne de gallina, costillas, especies... tradicional en la cocina colombiana”.
A los 7 años, recuerda, pierdo a mi madre. Me crío con mis tíos. Vengo a Las Vegas (3 de febrero de 1996) recién cumplidos los 15, con noveno grado vencido.
“Aprendo inglés en cuatro meses; me gradúo con honores en la high school -por Tenaya y Lake Mead-, apunta, sueño con pilotear un F-17; un examen de la vista echa por tierra mis sueños, y me aferro a otro de mis amores... la cocina”.
‘Mejor Chef de Las Vegas en el 2019’, lo debe todo, asevera, a la dedicación; “comienzo de lava platos en un hospital (a 8,25 la hora), asciendo a asistente de Chef, y en 1998 comienzo en el hotel Bellagio, me pagan 14 dólares la hora más beneficios, me siento en la gloria; adquiero muchas habilidades con el cuchillo.
“Voy por tres meses a Mississippi a entrenar a un grupo de cocineros; soy chef desde 1998, y con sano orgullo, pues sé lo que me ha costado, puedo decir que se hacer de todo en una cocina, comida mexicana, italiana, cubana, peruana, colombiana, puertorriqueña, china, india, española... el quid está en el sazón.
“Un chef, enfatiza, debe tener vocación por aprender, siempre se aprende algo en la cocina, ser amable, mantener la higiene, no olvidar el sazón principal: el amor; me evalúa un jurado altamente calificado y críticos de comida, miden la presentación, la limpieza, el sabor, la técnica, la descripción de los platos para tener una idea de si sabes lo que elaboras.
“Hago la paella española, afirma, es una de mis especialidades, tengo la medidas de los ingredientes en mis manos, soy alumno del chef español Julián Serrano; a unos comensales mexicanos le ofrecería un ceviche con mango y pescado, con chile, limón, leche de coco y especies... estoy seguro que se chupan los dedos”, sentencia.
