Por Rafael ROMERO
A José y Ximena Hernández la matemática no les da. El primero trabajó en un hotel por varios años a tiempo completo, luego quedó desempleado cuando el Covid 19 estaba en su apogeo, y después regresó a medio tiempo.
“A veces la noche nos sorprende calculadora en manos, sostiene él, tratando de hacer ajustes, pero por mucho que ahorramos la carestía de la vida nos lleva contra la pared, aumentó el pago de la renta, los alimentos ya usted sabe, y la gasolina...
“Estamos viendo, dicen, si nos zafamos de la renta, y con los ahorros podemos al menos dar la entrada para comprar una casa pequeña, pero es difícil, lo que hemos visto está muy caro”.
Un vistazo a la rentas, el alquiler promedio (de un apartamento de una habitación) anda por los mil 250 dólares al mes, cifra que a decir de los Hernández los tiene ahorrando hasta el último centavo. “Platicamos con nuestros padres en México y no podemos ayudarlos, a nosotros apenas nos alcanza, un trabajo de medio tiempo y el aumento de la renta lo hace todo bien complejo”, resalta José.
“Los salarios no aumentan lo suficiente para llevar a la par el costo de la vivienda, hay muchas personas que no reúnen los requisitos para comprar una casa, y no tienen donde ir”, advierten activistas en favor de la comunidad.
“No es justo que los dueños aumenten el precio de las rentas cada vez que quieran; en Hialeah, Miami, por un estudio pequeño pagaba más de 800, aquí me fue mejor sólo unos meses, ya usted ve”, externa Roberto Palomo.
El matrimonio y Palomo, no ven una salida al problema a corto tiempo, el segundo valora mudarse con un amigo y repartir los gastos, “sería la última opción, además, la salud se resiente, ya no somos tan jóvenes”, indica.