Hace 30 años se tuvo un sueño que hoy es realidad. Gracias sobre todo a la preferencia del público y a los anunciantes, El Mundo es el semanario más aceptado por los fieles lectores, por esos que ansiosamente esperan o buscan cada edición para saber qué acontece en su comunidad, o conocer las nuevas opciones recreativas, o sencillamente dónde encontrar un artículo necesario.
El 20 de junio de 1980 salió la primera edición de El Mundo, fue hecha literalmente con las uñas, pues no se disponía de las herramientas necesarias, y ni soñar con la tecnología con que se cuenta hoy.
La edición salió tal como se le había prometido al público, fue una publicación de 16 páginas, hecha con sangre, y que llevó una semana formarla, con la participación de 15 personas que brindaron ayuda para la confección: un editor, dos correctores, dos formadores, tres cortadores, dos fotógrafos, y cinco escritores, además de mi hijo Edmundo Jr y este servidor.
Fueron jornadas extenuantes, era enorme la fatiga y el cansancio, sin embargo, cuando vimos la primera edición con un enorme encabezado en la página de enfrente o portada que decía: “Castro Miente”, la fatiga y el cansancio dieron paso a una gran alegría y júbilo, la adrenalina nos duró tres días y donde quiera que fuimos orgullosamente cargamos la primera edición de El Mundo bajo el brazo.
Fue una semana de ensueño, sin darnos cuenta ya iniciaba la siguiente y una nueva edición tenía que salir. Pusimos a un lado el ensueño, y regresamos a la realidad, con redoblado entusiasmo.
Debo reconocer que el trabajo fue menos, así se sintió. Esta semana, en nuestro 30 aniversario, entregamos en sus manos la ¡edición 1560!
Así, como lo lee, la 1560, se dice fácil pero ha llevado consigo una alta cuota de sudor, un elevado número de horas robadas al sueño, de estar aquí y allá, de multiplicarnos para ofrecer lo que el público espera.
Puedo asegurar que lo hacemos con mucho orgullo, siempre que vemos una edición nos acordamos de aquella que nos marcó para siempre, cuando el olor a tinta -o mejor su perfume- nos cautivó para toda la vida.
Que mejor incentivo que trabajar convencidos de que nuestros fieles lectores esperan con ansiedad la edición. Sentimos la satisfacción del deber cumplido.
Sería injusto proseguir sin referirse a los colaboradores, algunos están desde el primer día, cuando El Mundo era solo eso... un sueño. ¡Y siguen con nosotros! Su ayuda resulta inestimable, para nosotros, y para la comunidad.
La historia de El Mundo está ligada a los nombres de Antonio Carranza -con su sección de deportes-, al señor Sergyo Salgado (con comentarios y epigramas), apreciamos mucho sus colaboraciones.
Algunos se nos adelantaron, otros optaron por retirarse, que no quiere decir jubilarse, y vivir más tranquilos, como el señor Francisco Corro, que dejó el intenso batallar y únicamente escribe una columna por semana, sin que alguien le grite y le diga qué hacer o no hacer. Está allá, en su San Miguel Allende, donde los ancianos van a sentarse en una banca en una plaza a ver pasar las chamacas y recordar sus años mozos, bueno, dicen que recordar es volver a vivir.
Otro que nos dejó fue Ricardo Castillo, todo un caballero con la pluma y un buen reportero, ahora Director del diario The News. Algunos pasaron a mejor vida como Cejas Coy “El Magnífico”, y varios más que han pasado por los escritorios de esta empresa.
La idea de iniciar un periódico se fundó en un sueño de tener algo que fuera de nosotros y que sirviera como foco de información para darle a saber a nuestra comunidad lo que aquí acontecía y lo que sucedía en su calle, en su barrio, además de informarles a dónde ir de compras, ir a divertirse o saber quién se casaba, o cumplía años, quien se graduaba o a quien festejaban, o sea, mantener informada a la comunidad. Creo humildemente que hemos logrado nuestro objetivo.
No hay que olvidar que en 1983 por poco se nos hunde el barco pero gracias a la intervención de la familia Greenspun El Mundo pudo sobrevivir, si no hubiera sido por ellos El Mundo no existiera. Cada vez que hay oportunidad de expresarlo lo hago porque es mi deber y porque sería un ingrato si no lo hiciera.
En las próximas ediciones contaremos algunas historias relacionadas con la intervención de El Mundo, y por supuesto con la de nuestros fieles lectores que de nueva cuenta lo vuelvo a repetir, gracias a ustedes seguimos siendo el más aceptado, el de más penetración y el preferido, ¡GRACIAS!