Por Roberto PELÁEZ
Este es el momento de librar la batalla, de preguntarse qué más podemos hacer, urge saber qué pasos debemos seguir o si debemos quedarnos en casa... hay que determinarlo ahora, insistió el congresista Rubén Kihuen el viernes 29 de junio.
Ante casi un centenar de personas, en un repleto salón de la Alianza Transnacional (antes Hermandad Mexicana), Kihuen destacó que regresó hace pocos días de la frontera de México con Estados Unidos, me tocó ver a niños separados de sus padres, encerrados en jaulas, durmiendo en el suelo, con los ojos llenos de lágrimas.
Es imperdonable, dijo, que este país, la primera potencia del mundo, que históricamente le ha abierto las puertas a los inmigrantes, que no puede escribir su historia sin hablar de los aportes de quienes llegamos de fuera, encierre a los niños, los prive de estar con sus padres, esto se ha convertido en un escándalo internacional, y no se puede permitir, remarcó.
Acompañado de Tirso Sermeño, cónsul de El Salvador en Las Vegas; la psicóloga Margarita de la Fuente; las abogadas Laura Barrera (UNLV) y Rebeca Unibe, de la barra de abogados de Tijuana, Baja California, además de la conocida dreamer Astrid Silva, el congresista llamó una y otra vez a salirle al paso a lo que consideró una atrocidad.
Muchos de los padres de estos niños no son criminales como nos lo quiere hacer ver el presidente Trump, vienen huyendo de la violencia, en busca de una vida mejor para ellos y los suyos... pedir asilo es una acción legal, y este país les dice: no, y los separa de sus hijos; mis padres cruzaron la frontera en 1988, les podía muy bien haber pasado lo mismo, significó.
Narró que tanto a él como a sus acompañantes, al llegar al centro de detención les exigieron entregar los teléfonos, no quieren que tomemos fotos ni vídeos... por qué, se preguntó, esconden algo. Allí hay menores, desde tres meses hasta 15 ó 16 años, abundó.
Quiero alzar mi voz contra este crimen, apuntó, pero solo no puedo, les pido que me acompañen para luchar por lo valores, los principios que han hecho grande a este país; una mujer, detrás de las rejas, llorando, me miro a los ojos y me dijo: necesito su ayuda, mi vida corre peligro, ayúdeme.
Insisto, este problema hay que detenerlo ahora, no se puede dejar para después, es preciso poner presión en esto, el TPS, DACA; lo que hizo la anterior administración y esta no es más que curitas de mercuro cromo.
En Washington estamos haciendo, informó, presentamos un proyecto de ley para mantener a las familias unidas, enviamos cartas, exigimos se nos informe dónde están los niños, qué comen, dónde duermen, cómo y que pasos se van a seguir para ellos se reúnan con sus padres... la administración hasta este momento no ha dado respuesta.
Silva por su parte indicó que hay mucha preocupación, se me acercan madres, señaló, para preguntarme qué va a pasar con sus hijos si las detiene la migra, es muy difícil, pero algo está claro, no podemos cruzarnos de brazos, hay que hacer más.
La psicóloga De la Fuente, con los ojos llorosos, resaltó: con esto de la separación de padres e hijos se violan los derechos elementales, se provocan traumas que pueden acompañar toda la vida, estas acciones impactan el cerebro... piensen por un minuto que aquellos detenidos son nuestros hijos.
El cónsul Sermeño dejó sentado que el gobierno de El Salvador es respetuoso de las leyes de cada país, hacemos lo que nos compete, acotó, nos interesamos por el paradero, las condiciones de vida de nuestros connacionales; en Las Vegas no hay albergues para acoger a esos menores, sin embargo nuestra preocupación es constante.
Propiciamos talleres informativos, queremos que la gente conozca qué puede hacer, explore las posibilidades de ver si se puede quedar cuando expiren los beneficios del TPS, sostuvo el diplomático.
La abogada Unibe expuso su preocupación sobre el asunto de los niños; fui una de las organizadoras del Foro Transnacional sobre derecho migratorio entre México y los Estados Unidos, desde el primer momento le damos seguimiento a esto, asesoramos.
El congresista Kihuen presentó a las hermanas Marjorie y Stefani, procedentes de El Salvador, quienes narraron todas las dificultades que enfrentaron para al final reunirse con sus padres en Las Vegas.
