Por Roberto PELÁEZ
Los trabajadores de los hospitales UMC y Sunrise agradecieron con sentidas palabras el homenaje ofrecido el pasado viernes 6, actividad en que primó el mensaje de que Las Vegas es más fuerte en estos momentos que en toda su historia, gracias al heroísmo y la solidaridad de su gente.
Alrededor de un centenar de personas acudieron a honrar la memoria de quienes perdieron la vida en los tristes acontecimientos que enlutaron a la ciudad que no duerme, y reconocer la tesonera labor del personal pertenecientes a los centros de salud mencionados.
El mensaje de los congresistas Dina Titus y Rubén Kihuen, del senador demócrata Aaron Ford y el comisionado Lawrence Weekly, entre otros muchos oradores, se centró más que todo en la fortaleza mostrada por la comunidad, luego de la sorpresa y la conmoción, de la tristeza que nos embargó, la gente reaccionó vigorosamente y acudió a donar sangre para las víctimas hospitalizadas, además de agua y alimentos.
Se resaltó el rol protagonizado por los médicos, enfermeras, paramédicos, voluntarios, los vecinos, de una comunidad impresionada, sacudida por un golpe bajo y cruel, pero todos respondieron a la altura esperada y más, trascendió.
El evento adquirió ribetes aún más solemnes cuando los asistentes se tomaron de las manos para elevar sus oraciones al Señor, luego alguien pidió que cada persona se fundiera en un abrazo con quienes tenía a su lado en señal inequívoca de lo fuertes que somos al unirnos.
El orgullo, el autoestima, el sentido de pertenencia, la satisfacción por el deber cumplido salió a relucir cuando fueron llamados representantes de los hospitales UMC y Sunrise, quienes recibieron por la organización SEIU 1107 sendas placas en señal de gratitud.
Cada uno de los trabajadores, con un brillo especial en sus ojos y el orgullo saliendo por los poros, se presentó e hizo mención de los años de sostenida labor al servicio de la gente... los asistentes correspondieron con aplausos.
Karla Rodríguez, oriunda de California, quien reside hace 28 años en Las Vegas y desde el 2005 labora en el Sunrise, accedió a ofrecer sus impresiones para los lectores de El Mundo:
Tenemos mucha practica, y aquella noche terrible todos funcionamos con mucha seguridad, sabíamos qué hacer, dónde ir, dónde éramos más útiles en cada momento.
Nuestra prioridad consistía, explicó, en conseguir que los heridos se restablecieran y trasladarlos al lugar más conveniente para ellos; fue una noche que no olvidaremos, con sangre por los pasillos, con una actividad incesante, y esos momentos en extremo difíciles sólo los compensamos horas después con las palabras de agradecimiento de los familiares, con sus abrazos, finalizó emocionada.