Por Rafael ROMERO
Jorge Palma y Elmer Acosta son salvadoreños, hace muchos años residen en los Estados Unidos, no recuerdan desde cuando se conocen y son amigos, pero nos une la solidaridad con quienes quedaron detrás, aseguran.
“Somos de la localidad de San Antoñito, en Santa Ana, muy lejos de aquí, precisa Acosta, un caserío muy pobre en el que viven unas 90 familias”, añade.
“La mayoría de las personas allí, explica Palma, viven de la agricultura, hay varios jornaleros... sin embargo más que todo viven del cariño que se tienen entre ellos, son gente humilde, afectada por una pobreza tremenda, pero eso no ha afectado su calidad humana y su nobleza”, afirma.
“Vinimos a los EU, coinciden, en busca de una vida mejor para nuestra familia, nosotros mismos... y aunque llevamos mucho tiempo acá, destacan, no olvidamos a nuestra gente.
“Nos conocimos muy niños, advierten, íbamos a la escuelita, luego cada uno tomó su camino, eso tampoco mella nuestra amistad, cuando nos reunimos platicamos y claro, organizamos algunos eventos para ayudar a la gente allá.
“Fundamos COSASF (Comité Salvadoreño Sin Fronteras), hicimos un esfuerzo, y enviamos ayuda, para los estudiantes, que sigan adelante y terminen el bachillerato”, explica Palma, después nos reunimos bajo el nombre ALUVEGAS, también para ayudar, acopiamos cosas, organizamos car wash, subraya; no sé desde cuando somos amigos, nos une el deseo de ayudar, y eso es lo más importante”, resalta.
