Por Karina MUÑIZ
Han pasado 37 años desde el fatídico día para la Iglesia Católica de El Salvador. El 24 de marzo de 1980 el Monseñor Oscar Arnulfo Romero fue asesinado mientras celebraba una misa en su natal El Salvador.
El Arzobispo fue muy criticado ya que durante sus homilías denunciaba las violaciones de los derechos humanos y también se proclamó solidario hacia las víctimas de la violencia política de este tiempo en El Salvador. Muchos lo acusaron de ser comunista pero para sus miles de fieles el solo fue la voz de los pobres al cual callaron quitándole la vida.
El 23 de marzo de 1980, un día antes de su muerte, Romero hizo desde la catedral un enérgico llamamiento al ejército salvadoreño, en su homilía titulada La Iglesia, un servicio de liberación personal, comunitaria, trascendente
Esta específica homilía fue llamada después la homilía del fuego. El lunes 24 de marzo de 1980, aproximadamente a las 6:30pm, fue asesinado cuando oficiaba una misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia en la colonia Miramontes de San Salvador. Un disparo hecho por un francotirador desde un auto con capota de color rojo, impactó en su corazón momentos antes de la Sagrada Consagración. Tenía 62 años cuando falleció.
A 37 años de su muerte el Arzobispo es recordado no sólo en su país sino también cruzando las fronteras. Es por eso que el pasado sábado 24 de marzo la Iglesia Católica Saint Anne ubicada por la Maryland Parkway llevó a cabo una misa de recordación y honrando al arzobispo. Entre los presentes a la misa estuvo el cónsul de El Salvador Tirso Sermeño.
No fue hasta hace dos años que el papa Francisco autorizó la promulgación del decreto de la Congregación para las Causas de los Santos que declaró a Óscar Romero mártir de la Iglesia ya que es considerado que fue asesinado por odio a la fe y la justicia de su pueblo.
